“Adéu Gerard: Tu no lo sabrás, pero marcaste mi camino” (por Raymond Blancafort) 



Ayer me desperté con una mala noticia. Gerard Hoffmann nos había dejado. Aún lo recuerdo en el César Augusto, allí donde un buen número de aficionados nos reuníamos: Enric Llistosella –propietario del local– Pedro y Eudaldo Bonet, Pepa Ruedas, Bilo Oliveras, Carmelo Ezpeleta, Vicente Castán, Ramón Martí, Adrià Pérez de Lara, Antonio Melero, Jordi Alliende, Jaume Falguera, los hermanos Xiol, Albert Franquet, etc. etc. y allí estaba Gerardo, con su porte, su peculiar humor y su gran sentido de la amistad. Recuerdo su amistad profunda con Antonio Puigdellivol en aquella época.

Quizás lo que él no sabía es que tuvo una importancia decisiva en mi vida. Quizás sin él no hubiera sido jamás periodista. Todo porque él y Enric Llistosella querían correr el Tour de Francia de 1971 con el Alfa Romeo GTV de Gerard. Sin quererlo, ni pensarlo, él marcó así el camino de mi vida. La verdad es que sólo ahora he sido consciente de como un detalle que puede parecer nimio puede llegar a tener importancia decisiva.

Yo, con el Seat FU 1800 de Enric, debía hacerles asistencia y Jordi Viñals, el director de Fórmula, me pidió si les podía hacer un artículo de la prueba, ya que los de la redacción no podrían asistir, y también ir a cubrir la carrera de F-1800 de Paul Ricard, que se hacía coincidiendo con el Tour.

El mismo día que empezaba el Tour yo tenía por la mañana un examen en la Escuela de Ingenieros y era vital porque el segundo curso era selectivo. Así que quedamos que yo saldría nada más acabar el examen, hacia el punto final de la primera jornada, para engancharme…. sólo que al salir recibí una llamada: “No subas. Hemos roto y volvemos a Barcelona”.

Afortunadamente, el Tour pasaba aquel año por Barcelona, se corría en Montjuïc y también en el Montseny y pude reengancharme a la prueba, seguir hasta Paul Ricard, hacer la crónica de la F-1800 y del final del Tour…. gracias a comprar L’Equipe cada día en Barcelona. Recuerdo largas horas en el comedor de mi casa, tomando notas del diario francés y escribiendo a máquina.

Y ese artículo decidió mi vida. Jordi me dijo que necesitaban un redactor y si quería trabajar con ellos, cosa que accedí con gran disgusto de mi padre, que quería a toda costa que acabara la carrera. Y unos meses después, Xavier Ventura, que entonces llevaba motor en El Mundo Deportivo, me ofreció trabajar para ellos. La suerte estaba echada.

Con Gerard corrí también de copiloto. Con su Alpine 1600 S fuimos segundos en los 500 km Nocturnos de Alicante de 1975, mi mejor resultado en una prueba de Campeonato de España. Recuerdo que bajamos de Barcelona a Alicante arrastrando el remolque que llevaba el Alpine con el Range Rover… que en aquel momento era el todo terreno más exclusivo del momento, cuando aún no se había producido la eclosión de los TT de lujo primero y SUV más tarde.

Por el contrario, no pudimos salir en otras dos pruebas que nos inscribimos con el Alfa. Una fue el Rally Costa Brava: fue el año en el que se hicieron obligatorios los parabrisas Triplex y el cristal no llegó a tiempo… de forma que el implacable Martí Sallent –buen compañero en la Peña 10 por Hora los años en los que estuve allí– no nos dejó participar pese a protestas, enfados, súplicas… y demás.

El otro, el Rally de Montecarlo de 1976, el año en el que la prueba comenzaba por dos tramos típicos del San Remo, en los alrededores de Molini de Triona. Fuimos a entrenar estos y otros tramos, hicimos papeles…. pero cayó una importante nevada días antes de la prueba y no disponíamos de neumáticos de clavos suficientes. Michelin nos dio una opción: ir a buscarlos a Clermont Ferrand, pero a 72 horas del inicio de la prueba todo era demasiado justo para nuestros medios, así que lo dejamos correr… pero al menos nuestros nombres figuraron en la lista de inscritos.

Descansa en paz Gerard.

Raimond Blancafort

Reproducimos también el homenaje que Bilo Oliveras publicó en su Facebook

“Ayer por la tarde nos dejó un gran amigo y mejor piloto: Gerardo Hofmann. Gerardo, un rapidísimo piloto de la época, siempre fue una persona muy querida, era un deportista integral, un gentleman driver en definitiva. Condujo con éxitos coches como su BMW 2002 Tii, Alfa Romeo 2000 GTV y, junto a Perico Genovés, a bordo del R-8 Gordini ex-Sallent con el que ganaron, creo recordar, el Rally Andorra.

Siempre estuvo "por delante", disputando las victorias y podios y tuvo la suerte de tener a su lado a grandes copilotos que le ayudaron a mejorar sus ya elevados fundamentos. Sus mejores años fueron finales de los 60 y principio de los 70.

Por cuestiones de edad coincidí poco con él en el plano deportivo, pero en el humano os aseguro que fue un 10. DEP querido amigo”.

Fotos

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