Jean-Pierre Nicolas y sus vivencias (por Josep Autet/JAS) 



Nos declaramos forofos incondicionales del semanario francés Auto Hebdo, eso no es novedad, por eso traemos a esta ventana una muy pequeña parte de las declaraciones de Jean-Pierre Nicolas en esta revista, que en un excelente reportaje de la sección “Covoiturage” repasa la carrera deportiva de este piloto que manifiesta “vivir para y por los rallyes”. François Hurel consigue lo que todo periodista debe perseguir: informar y descubrir aspectos quizás poco conocidos que convierten unos textos en un documento de alto valor informativo. Allá va pues esta pequeña cata de todo un recital de buen periodismo…

Aprendiendo a ir rápido sobre nieve
“Después de la Copa de los Alpes de 1967 fui a ver a Jacques Cheinisse (director deportivo de Alpine) y le dije que mi gran deseo era conducir un Alpine y que estaría súper contento de poder disponer de uno para el Critérium Jean Behra. Jacques aceptó y me facilitó una berlineta 1150 GT con la que pude ganar, aunque con mucha tristeza ya que Jean Rolland se mató aquel día en Montlhéry en una sesión de ensayos.

Después de esa carrera, Cheinisse me confió un Renault 8 Gordini para correr el Tour de Corse (en el que acabó 7º y 1º de grupo 2) y justo después me presentó un contrato para formar parte del equipo Alpine-Renault de cara a 1968. Pero los otros pilotos del equipo no querían conducir los R8 Gordini y no había suficientes unidades Alpine para el Monte-Carlo, de modo que yo heredé un Gordini para esta carrera inicial de la temporada 1968.


Yo estaba encantado pero no conseguía ser rápido sobre la nieve. Una noche de reconocimientos, en un restaurante de Antraigues le expuse a Vic Elford (que a la postre fue el ganador del rally) mis dificultades para lograr buenos tiempos y ni corto ni perezoso me hizo subir a la parte trasera de su Porsche. Nos dirigimos a Le Moulinon. Aquel día era su esposa la que le leía las notas y arrancó como un auténtico enfermo pilotando como un poseso por aquella ruta nevada con los característicos balanceos para ir inscribiendo con precisión al coche en las curvas, algo que yo ignoraba por completo. En mi interior me decía “voy a morir”… Después de 10 km en estas condiciones yo no estaba muerto y acabé por comprender cómo había que pilotar sobre la nieve. Al día siguiente intenté hacer lo mismo con mi Renault 8 Gordini y durante el rally lideré el grupo 1 con 10 minutos de ventaja sobre el Opel Commodore de Henri Greder, antes de abandonar”.

Sobre el equipo Alpine-Renault de los 70
“En el equipo Alpine los más rápidos sobre asfalto eran Darniche y Andruet, pero el mejor de entre todos nosotros era Thérier. Para mi, Jean-Luc era el equivalente a Loeb. Tenía un plus que nada hacía sospechar que poseía y eso que entrenaba bien poco. Siempre prefería estar en casa, con sus amigos o en la fábrica Alpine. En un 30 o un 50% de los rallyes, salía con mis notas y conseguía a menudo ir más rápido que yo”.

El Rallye Monte-Carlo de 1978
“Gérard Larrousse quería inscribir un tercer Renault 5 Alpine para mí en el Monte-Carlo de 1978 pero no tenía presupuesto para ello (las dos unidades estaban pilotados por Guy Fréquelin y Jean Ragnotti). Yo me encontraba completamente dejado de la mano, no tenía nada, pero logré encontrar un presupuesto de Gitanes y, por intermediación de una agencia de publicidad monegasca, pudimos alquilar un Porsche a los hermanos Alméras. Jacques me dio a escoger entre un grupo 3 o un grupo 4, pero al final decidimos adaptar un motor de 911 grupo 3 en el coche de grupo 4, con lo que conseguimos disponer de un vehículo maravilloso. Quince días antes de la salida no tenía nada claro que pudiera salir, pero por suerte mi carrera deportiva desarrollada hasta ese momento me permitió obtener el apoyo de Michelin y de Pierre Dupasquier. Gracias a ello, tenía un pool de neumáticos para mí solo y decidí seguir al pie de la letra todas sus indicaciones.

En Pont des Miolans salí con las cubiertas equipadas con el máximo de clavos posible a pesar de que no había nada de nieve en la salida. Después de 5 km comencé a ser adelantado por los coches que me seguían, ¡estaba furioso! Al cabo de unos 15 km llegamos repentinamente a un auténtico muro de nieve y poco a poco fuimos doblando a todos los que tenían evidentes dificultades para avanzar. Les fui pasando a todos y fue allí donde accedí al primer puesto del rally, para ya no abandonarlo. Fue verdaderamente una victoria de Michelin ya que tenían las buenas cubiertas para ese rally y el Porsche que yo llevaba era el mejor sobre la nieve. Con la motricidad del 911, los neumáticos Michelin y mi experiencia sobre nieve fuimos a partir de aquel momento un equipo difícil de batir. Yo aún estaba más contento porque avance a los R5 Alpine que tenía que haber conducido y con los que sin duda no hubiera podido ganar. Para un piloto francés no hay nada mejor que ganar el Monte-Carlo”.

Fotos

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