Historia: Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1 (1969) 



Parte inicial de la crónica de Fórmula de Philippe Toussaint, junio 1969.

El Gran Premio de Mónaco, tercera prueba del Campeonato Mundial de conductores, es una competición extraordinaria para los pilotos, monoplazas y para los espectadores en general. Sin quitarle la importancia que indudablemente tienen los circuitos permanentes, es preciso reconocer que el hecho de disputarse un G.P. por las calles de una ciudad, ofrece un atractivo, un colorido y un ambiente fuera de lo corriente. Asimismo debe destacarse que en el circuito de Mónaco se han realizado grandes mejoras en el plano de seguridad y, si lo inevitable no puede evitarse siempre, las garantías ofrecidas en caso de accidente eran indudables.

Esta 27.º edición del G.P. de Mónaco ha estado caracterizada por la polémica de los alerones. Más pronto de lo que se podía imaginar se ha llegado a su supresión; de esta manera no hemos tenido la ocasión, y quizá no la tengamos nunca más, de presenciar la actuación de los monoplazas con alerones en el G.P. de Mónaco. Por ello creemos interesante exponer las discusiones que se originaron antes de su celebración.

Una semana antes de la carrera, el presidente de la C.S.I, Maurice Baumgartner, anunció la intención de la C.S.I de suprimir la utilización de los alerones a partir de primeros de agosto. Antes de tomar esta decisión, se previno una reunión de pilotos y constructores. La C.S.I se vio precisada a tomar estas medidas como consecuencia de los accidentes ocurridos en Barcelona. Sin embargo, los acontecimientos se adelantaron bajo la presión de los organizadores monegascos. Así, por ejemplo, en el viraje del Bureau de Tabac los neumáticos rozan muy a menudo el borde de los muro ocasionando con ello una rotura inmediata de alerón, lo que presenta un peligro tanto para los pilotos como para los espectadores.

Los organizadores tuvieron una primera reunión con algunos de los constructores. En principio se habló de acortar las dimensiones de los alerones en una longitud limitada al plano medio de los neumáticos. Bruce McLaren, que expuso su caso y el de Brabham, explicó la imposibilidad de los constructores de acortar rápidamente los alerones. Asimismo el piloto neozelandés pospuso para esta competición su supresión total. Bruce estaba convencido de que todos aceptarían esta decisión exceptuando a Ken Tyrrell. El responsable de Matra Internacional se opuso totalmente alegando que el Matra MS80 fue construido en función de los alerones y el monoplaza, sin éstos, perdería una gran parte de su valor adherente. Tyrrell no quiso ceder y llegó a amenazar diciendo que intentaría anular el G.P. de Mónaco si los alerones no se mantenían.

Ante esta firme actitud, los organizadores monegascos se pudieron en contacto con la C.S.I. pidiendo ayuda a fin de finalizar su posición. El jueves, en la primera sesión de entrenos, todos rodaron con alerones siendo por la noche del mismo día cuando intervino la C.S.I. en una reunión imponiendo el desmontaje de los alerones (instrumentos que no pueden sobrepasar el plano medio inferior de los neumáticos ni la altura del arco de seguridad). La decisión posiblemente sea acertada pero demasiado severa y radical. Una vez más la C.S.I. ha obrado con pánico y no como director del deporte automovilista.

Entre Barcelona y Mónaco habían quince días de separación por lo que se debía esperar a efectuar la primera sesión de entrenos para imponer una decisión tan trascendental. De todas las maneras esta decisión se debe volver a tratar ya que los alerones han cobrado una importancia tal que no se les puede olvidar en un instante.

 

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