Historia: Jolly Club, un sueño, una realidad 



Por Josep Autet.

El paso del tiempo es algo inexorable que puede y acaba con todo, pero lo que ha sido verdadero, importante o longevo permanece de algún modo en la mente de los que lo protagonizaron, hasta que este mismo paso del tiempo haga terminar el ciclo vital de las personas que lo vivieron. De ahí la gran importancia que las cosas que valgan la pena, desde una vivencia que merezca ser contada hasta el proyecto más importante que pueda haber involucrado a centenares de personas, sea escrito y guardado. No es justo que el olvido sea la etapa final. La historia de hoy va un poco de eso, aunque por la importancia del proyecto en sí debería tener en justicia diversos capítulos. En realidad es nuestra intención hacer un segundo artículo en el que se traten las dos etapas en España de un equipo de carreras muy importante en su época: la Jolly Club. Este texto también quiere dedicarse a la memoria de Roberto Angiolini, patrón de esta estructura, fallecido el pasado 4 de abril a los 75 años.

Esta importante escudería arrancó en una cena de diversos amigos en un restaurante de Milán. Esa noche era la del 11 de febrero de 1957 y uno de los comensales era Mario Angiolini (padre de Roberto), que fue realmente el auténtico culpable de que “la Jolly” arrancara con unos objetivos posiblemente demasiado ambiciosos por cuanto se pretendía competir en todas las disciplinas posible. De ahí la palabra Jolly, algo así como comodín, y el segundo apellido: Club, ya que lo acabaron formando diversos socios que quisieron añadirse a esta cruzada que arrancaba con buen pie.

El mérito de Angiolini fue el de dar un impulso muy concreto e inhabitual hasta esa fecha al automovilismo: acuerdos con fabricantes, búsqueda de patrocinadores y dar oportunidad a los jóvenes. Mario contó desde el primer momento con la complicidad e involucración de su mujer, Renata Zonca, incluso al volante. La pareja tuvo un hijo, Roberto, que daría continuidad decidida a la Jolly Club y la haría realmente grande.

Alfa Romeo fue el primer fabricante que asoció su nombre al club, gracias a lo cual surgieron Andrea de Adamich, Arturo Merzario o Ignacio Giunti. En aquellos primeros años 60 la escudería correría con Alfa Giulietta, Giulia Ti Super, GTV 1.6 y GTAm, entre otros. En 1963 se inició una larga relación con Lancia, con la que se estructuraría una colaboración que duraría tres décadas. La muerte de Mario Angiolini en 1966 propició que Renata se situara en la posición de máxima responsabilidad, asistida por su hijo Roberto, que contaba 21 años. Poco a poco, Roberto fue tomando el timón hasta convertirse en el auténtico mecenas que había soñado su padre.

El Fulvia fue el primer Lancia con los adhesivos Jolly Club y fruto de esa colaboración surgió un tal Sandro Munari, Campeón de Europa de 1973 (y ganador del Rally Costa Brava). El Beta y por supuesto el Stratos marcarían la entrada en el concierto mundial de la Jolly Club con pilotos como Raffaele Pinto, Tony Carello o Amilcare Ballestrieri.

Los rallyes fueron siempre el gran escenario donde compitió la Jolly Club, pero en los circuitos también estuvo involucrado el equipo italiano: en Fórmula 1 con Silvio Moser y Loris Kessel con los desconocidos chasis Bellasi y Apollon, respectivamente, y en resistencia con chasis Lola, sin ningún resultado. También estuvo en motonáutica y motociclismo pero el automovilismo de carretera fue el gran caballo de batalla de la Jolly.

El acuerdo con el grupo Fiat dio un gran rendimiento a las partes, ocupándose durante muchas temporadas de representar a la marca en el europeo, campeonato que en los 70 y 80 tenía un enorme prestigio. Mauro Pregliasco, Maurizio Verini, Tony Fassina, Adartico Vudafieri, Tonino Tognana, etc. fueron pasando por la Jolly. Uno de los hechos trascendentales para el equipo fue el acuerdo que se estableció en 1981 con Totip (Totalizzatore Ippico) por el cual los Fiat 131 Abarth y luego Lancia Rally 037 se hicieron famosos en todo el mundo. Al volante estaban Andrea Zanussi, el citado Vudafieri, Antonella Mandelli… y Massimo Biasion, piloto que pasaba en 1983 de Opel-Conrero a Jolly Club logrando el europeo de ese año, accediendo pronto a las máximas esferas de Lancia.

En esas fechas ya estaba a los mandos de la Jolly, por delegación expresa de Roberto Angiolini, Claudio Bortoletto, que solidificó un palmarés extraordinario a lo largo de la década de los 80. De la Jolly salieron también Carlo Capone y Michele Rayneri, con los Fiat Ritmo, antes de que la Jolly disputará carreras del mundial como equipo B de Lancia.

En aquellos años, los rallyes estaban en un momento álgido en Italia, con los 037 alineados por tres escuadras muy competitivas y con una terrible competencia entre ellas: Jolly Club, por supuesto, pero también Grifone y Tre Gazzelle. Pero la Jolly era la que tenía los contactos y también los mejores resultados al más alto nivel, hasta el punto que Biasion logró en 1984 extraordinarios éxitos con la Jolly, como el 2º en Córcega y el 3º en Sanremo.

Aunque también lo logró la Grifone de Fabrizio Tabaton, el equipo de Angiolini fue de los pocos en alinear un Delta S4 en 1986, que condujo al título italiano Dario Cerrato que ya había llevado un 037 un año antes en el europeo. La abrupta cancelación del grupo B orientó a la Jolly a gestionar el mismo coche que la propia Lancia, el Delta HF Integrale, además del Fiat Uno Turbo. En aquellos años surgió Alessandro Fiorio, que triunfó en el equipo y logró un mundial de grupo N.

Como todo en la vida, y en consonancia con lo que decíamos al inicio de este artículo, llegó el final de la relación con Totip. Lejos de amilanarse, la Jolly se asoció con Fina y desarrolló bonitas campañas con pilotos como Robert Droogmans, que ganó el europeo de 1990, y principalmente Didier Auriol, que logró el primer triunfo en el WRC de la Jolly Club, en el Sanremo 1991. Pero la bonita historia de Lancia en los rallyes estaba muy cerca del final. En 1992 fue la Jolly la que se ocupó de representar a la marca, con los Delta oficiales de Abarth y con Auriol y Kankkunen a su volante, logrando el 6º título mundial consecutivo para el fabricante, que a la postre se convertiría en el último de su historia. La de 1993, con la fallida temporada de Carlos Sainz con este modelo, significó el punto final de la marca turinesa.

En todo caso, en 1994 la Jolly siguió, con Ford Escort RS Cosworth y Franco Cunico, binomio que logró los tres últimos títulos italianos de la estructura. Sin patrocinadores ni apoyo oficial, la Jolly inició un rápido declive que le llevó a desaparecer nada más iniciada la década del 2000.

Entre los últimos Campeones de Europa surgidos de la Jolly Club figuran Adartico Vudafieri (1981), Massimo Biasion (1983), Dario Cerrato (1985 y 1987) y Robert Droogmans (1990), mientras que los títulos italianos han sido muy numerosos con los citados Vudafieri, Fassina, Tognana, Biasion, Cerrato, Piergiorgio Deila y Gianfranco Cunico.

Jolly Club en España
Es nuestra intención elaborar un nuevo artículo para más adelante con la presencia de esta importante escudería en programas de nuestro país, desde la involucración con la Escudería Repsol de finales de los 60, hasta su colaboración con pilotos campeones nacionales como Juan Carlos Oñoro, Gustavo Trelles, Jesús Puras y Salvador Serviá, ganadores todos ellos de rallyes y campeonatos que contribuyeron a agrandar el prestigio de la ya mítica escudería transalpina.

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