Recientemente en Barcelona, con motivo de disputarse el I Trofeo Monjuich (1966), tuvieron ocasión los aficionados al motor de conocer y admirar al gran corredor de la Federación Centro, Pedro Puche Muñoz. Nació en Alicante, en el año 1936. Profesión industrial. Aficionado al motor casi desde que inició sus primeros pasos. Aunque hasta finales de 1963 no empezó a tomar parte en las competiciones automovilistas.
Sus inicios fueron con un “Porsche Super 90”, debutando en carreras de montaña entre las que cabe mencionar las de la Cruz Verde y Morcuera en las cuales quedó segundo, por cierto en ambas detrás de Fernando de Baviera. Y la Carrera en Cuesta a Palencia y la de Galapagar, en las cuales quedó vencedor absoluto.
En 1964 se mejoró la combinación Puche-Porsche, con otra superior, Puche-Saab 96 Sport, y su nombre empezó a sonar en los rallyes también, logrando bastantes buenos resultados. Entre ellos cabe mencionar su segundo puesto en el Rallye de Burgos, así como en el de Palencia. Siguiendo su palmarés encontramos: un 11º en el Rallye de las Dos Cataluñas. Primero absoluto en el Rallye Fallas. Tercero en el Rallye Nacional Caminos de Santiago, aquí detrás de dos grandes corredores, Reverter y Juncadella. Y tercero en el Rallye del R.A.C.E.
Pedro Puche, hombre sereno y gran deportista, ha registrado muy pocos accidentes en su vida deportiva. El más aparatoso fue en el Rallye de Valladolid, el año 1965, por fortuna sin lesiones personales, pero pobre coche, quedó prácticamente hecho un “churro”. Este percance impidió a Pedro Puche alinearse a la salida del último Rallye de las Dos Cataluñas, como era su deseo.
En el Trofeo Juan Piñol, de Montjuich, primero participó en una categoría con su “incondicional” Saab, cuajando una excelente carrera. Luego salió en otra con un “Morris-Cooper”. Según propias manifestaciones del gran corredor alicantino, después de ser el vencedor de la manga, este último coche de los tres que ha tenido resulta el más apropiado para el momento actual.
Con el “Morris-Cooper” empezó a disputar el Rallye de Alicante y cuando llevaba una muy buena carrera, una inoportuna avería le apartó del triunfo. Después vino el Rallye Fallas y Puche copó el segundo puesto de la general, realizando en la prueba de Venta Cabrera el mejor tiempo de todos los participantes. Sus más íntimos colaboradores han sido siempre sus copilotos, Enrique Plaza y José Rial, ambos excelentes con los papeles y hojas de ruta.
A Pedro Puche se le acusa de no salir a participar en pruebas del extranjero. Pero esto cuesta mucho tiempo y “medios”, y no siempre se dispone de ambas cosas. Él personalmente reconoce que los contactos con el exterior, siempre que sean buenos, son provechosos.
“Amateur” de los puros, dispone de muy poco tiempo para dedicarlo al deporte automovilista. Su actividad industrial le tiene muy ligado. Pero siempre encuentra un hueco para practicar el automovilismo. Su más reciente actuación fue precisamente en Barcelona, con motivo de disputarse el I Trofeo Montjuich, Copa Seat, Trofeo Juan Piñol.
De la misma Pedro Puche nos decía: “La prueba fue muy buena; lástima que por mal entendimiento de la organización Jaime Juncosa no formara clase, pues yo creo que los 11 segundos que me sacó, yo los hubiera podido rebajar. Además fue una pena que Samsó y Bagratión rompieran. Me dolió no ser vencedor de clase, después de serlo de la manga”.
Estamos de acuerdo con Puche, si bien no con un recorte de la prensa madrileña que decía: PUCHE OLVIDADO EN BARCELONA.
Aquí no se olvida a nadie, y menos cuando se trata de auténticos caballeros del deporte como en esta ocasión. La eterna pugna entre pilotos de las dos Federaciones, nunca deja de tener una cariz completamente deportivo. Y gane quien gane, ni público ni prensa regatea su aplauso para el vencedor. Pedro Puche puede dar fe de ello, cuando recibió la corona de laurel símbolo de su victoria en la tercera manga del Trofeo Montjuich. Los mejores aplausos del público fueron para él. Se los merecía, los había ganado en la pista de uno de los circuitos españoles con más solera, el de Montjuich.
Pla Bosch