Reproducimos un artículo publicado por primera vez en JAS el martes, 10-9-2013 con motivo de la serie de historias que elaboramos por los 50 años del Porsche 911. Lo que nos contaba Jean-Pierre Nicolàs es prácticamente lo mismo que cuenta en el artículo publicado ayer, pero tiene algún detalle más que siempre es interesante saber. Allá va pues el texto…
Destacó con las berlinetas Alpine-Renault pero a finales de 1977 acertó de lleno al ponerse en contacto con los Alméras para hacer el Monte-Carlo de 1978 con un 911. Sin más prólogos, ese es el relato del marsellés… “Un mes antes de la salida del Montecarlo, en diciembre de 1977, tuve la constatación sorprendente de que me encontraba sin volante para la próxima temporada. Raymond Roué, un amigo de Mónaco, convenció a la gente de Gitanes para que me ayudaran a inscribirme al Monte-Carlo con un Porsche, como finalmente pudo ser. Durante los reconocimientos, mientras nos dedicábamos a verificar las notas, me pasé horas al teléfono para lograr reunir el presupuesto. Por otro lado, yo no había conducido jamás un 911.
Además, tampoco tuvimos la posibilidad de realizar una sesión de ensayos. Por suerte, yo tenía experiencia de los años de la ‘Berlinette’, por lo que no me costó adaptarme al Porsche. Como estaba anunciada nieve, elegí para el 911-Alméras un motor de grupo 3, menos potente, que el normal de grupo 4 (270 CV, contra 330 CV), por lo que teníamos más par y una entrega de potencia más fácil de utilizar.
A principio del rally me mantenía en quinta posición. Corría con Vincent Laverne y no teníamos ouvreurs. Para elegir los neumáticos, seguíamos al pie de la letra los consejos de Michelin y es de esta forma como afrontamos Pont-des-Miolans con neumáticos para el máximo de nieve, claveteados, en un suelo totalmente seco. No hizo falta mucho tiempo para que un Lancia Stratos y un Fiat 131 Abarth me doblaran. Quince quilómetros después, apareció la nieve. No sólo les di alcance, sino que los dejé literalmente tirados.
En Saint-Auban, al final de la especial, me puse en cabeza y desde ese momento pude mantener dicha posición y con no poca expectación, ya que no pasaba cada día que un coche privado liderara una prueba del campeonato por delante de toda la armada mundial. El 911 rodó como un reloj. Debo este gran resultado a mi experiencia en el pilotaje de un “todo atrás” y en las características del propio Monte-Carlo, pero también a Michelin y a la gran motricidad de este Porsche que pusieron a mi disposición los Alméras”.
El Porsche 911 Carrera 3.0 de Jean-Pierre Nicolas-Vincent Laverne ganó el Monte-Carlo de 1978 con un minuto y cincuenta segundos largos sobre Jean Ragnotti-Jean-Marc Andrié y un minuto más sobre Guy Fréquelin-Jacques Delaval, ambos con los famosos Renault 5 Alpine de grupo 2 patrocinados por Calberson. A continuación quedaron tres Fiat 131 Abarth, pilotados respectivamente por Röhrl, Darniche y Andruet, mientras que Michèle Mouton, con un Stratos de Chardonnet, terminó séptima.