Bilo Oliveras: Copilotos, el 50% del éxito 



Por Bilo Oliveras (Blog personal, 7 abril 2020, 19 horas). 

Estos días de confinamiento he tratado de entreteneros con recuerdos especiales: Ypres, RAC Rally, ir junto a Hannu Mikkola... Hoy os traigo algo que resulta en general menos "glamouroso" pero que para mi tiene tanta o más importancia que lo que he puesto negro sobre blanco estos días. Os hablaré de los copilotos y de paso sirva este post no solo como mi opinión, mi experiencia, sino como el homenaje más sincero a todos estos grandes deportistas.

Copilotos: el 50% del éxito
Intentemos imaginarnos, solo por un momento, que vamos en el asiento del piloto, en medio de una prueba especial de velocidad y a bordo de un Porsche, un Stratos, un Triumph TR7, etc... es decir, cualquier coche que a pesar de llevar un desarrollo "corto" adecuado para un rally, alcanza altas velocidades en cuarta y quinta velocidad (curvas de grado 7 hasta tope). Estáis conduciendo muy concentrados, entre 130 km/h y 170 km/h y vuestro copiloto os anuncia con buen ritmo las curvas que vais a tener que negociar:

300 metros / derecha 7K más fin tope / 200 izquierda 7 + fin larga, fin tope / 300 izquierda 6 -fin larga-redonda-fin tope y 400 / izquierda tope (ciega) con derecha tope SIN MIEDO / 200 izquierda 7 menos fin mas y larga fin tope / 150 rasante tope / 70 rasante casi tope en izquierda...

Imaginaos por un momento, solo por un momento, que sucede lo siguiente cuando vais por una sucesión de curvas rápidas:

One - No tenéis confianza en el copiloto. Levantáis pie en cada curva. Segundos por la borda
Two - Fe absoluta en el copiloto. A fondo casi siempre según lo que él os dice y a "lo que sea", ganando segundos cada segundo.
Three - Fe en el copiloto. A fondo cuando toca. El copiloto se equivoca. Os salís de la carretera a más de 180 kms. Chapa o chufa.

Si la cosa sale mal seguro que perdéis la victoria allí, eso es así; ya sea de la general, de la especial, de la del "grupo" o la de la "clase", la que sea, pero perdéis, porque en las especiales rápidas o muy rápidas una duda o "levantada de pie" vale por lo menos cada vez 0,5 segundos, si ello lo multiplicáis por el número de dudas que habéis tenido en esa especial, ¡estáis out! Y si lo calculas en un rally, pues esas bromas te van a costar un mínimo de 3 minutos.

¿Qué vengo a decir con ello? Fácil o muy fácil de entender, el copiloto vuestro es una pieza tan importante como tu; y digo bien: tan importante como tú, piloto, que a veces te crees único y el "rey de la carretera y el mambo". No te equivoques, otorga al copiloto la misma porción de méritos y errores que a ti mismo y comparte al 50% éxitos y fracasos que es la realidad y lo justo, sois –somos– un equipo, no dos personas aisladas. Recuerda: un equipo para lo bueno y lo malo.

Para poder ir rápido con cualquier coche sea Gr N, Gr B, Gr 1 o Gr 4 o tienes un copiloto de verdad que sabe tanto como tú o más, o es imposible hacerlo. Y no le deis más vueltas, por muy "guay" que creas que eres. He pensado siempre que el ser amigos dentro y fuera del coche era la primera condición esencial e indispensable para que la cosa funcionase de manera adecuada y admito que en mi caso no me equivoqué. Solo menciono mi caso.

Con un copiloto, en rallies de asfalto, un amateur como yo entrena unos tres o cuatro días por rally, más dos de la propia carrera. Eso nos da un total de unos 5 días juntos que si lo extendemos al calendario de numero de rallies/año te da unos 70 días juntos, viajando, durmiendo, compartiendo un habitáculo cerrado como es un coche, pasando por momentos de mucho, muchísimo apuro y con la obligación mutua de confiar el uno en el otro, ya que uno advierte y el otro obedece, fallar implica el desastre.

De ahí que el factor "amistad" prime por encima de los otros según mi particular criterio. Yo las elevadas tensiones las aguanto bien con un amigo y mal con alguien que me es ajeno, pero solo es mi caso y nada más que mi caso y por eso no siento cátedra. Téngase pues en cuenta.

He tenido la suerte –lo dije– de sentarme sobre todo junto a grandes personas y amigos; tengo que destacar a Manolo Vidal –Director General del Circuito del Jarama, ya jubilado– ya que empezamos juntos y desde "cero"; éramos amigos de antes ya. Con Manolo corrimos mil y una carreras y nunca hubo ni un solo roce. Ni uno, fue mi gran suerte y la de él también.

Todas las cualidades de un extraordinario copiloto estaban en Manolo: seriedad, intensidad, conocimiento del medio, habilidad manual, inteligencia elevada, capacidad para razonar en segundos, resistencia al desgaste físico e intelectual, serenidad, mucha serenidad y nunca perder la compostura. Me olvido de otras, pero cité unas cuantas ya.

Crecimos juntos y nos enseñamos con humildad mutuamente de nuestros propios errores. Han pasado los años y Manolo sigue siendo un entrañable amigo mío y de la familia. Una anécdota genial de Manolo: RACE 1976, segundo día y todo de tierra, salimos en quinta posición con el Seat 1430-1600 GE-9020-B ex Salva Serviá. En la segunda especial de tierra, "Ciudad Ducal", Etchebers va por delante y presumo que con problemillas, porque a los 5 minutos empezamos a estar entre el polvo nocturno que él desprende y no vemos nada de nada. Vamos a ciegas.

Nos salimos de la pista e impactamos contra una roca de 1 metro. Dimos dos vueltas completas en el aire y aterrizamos con el coche hecho polvo –nunca mejor dicho– pero con las ruedas apoyadas en tierra. La luz del flexo interior se mantuvo encendida. Me giré para ver si Manolo estaba bien; no solo estaba bien, sino que estaba perfectamente sentado y con "las notas" perfectamente sostenidas ¡y con el dedo que las estaba siguiendo para no perdernos! Sangre fría, valor y serenidad en estado puro, ¡¡sí!! El auto murió allí.

Eva Jorba (qepd) fue copiloto conmigo en los rallies de tierra; otra extraordinaria deportista, similar a Manolo en virtudes y características. La "tierra y secreta" es doblemente difícil; tomar "notas" en la primera pasada –en la que vas enchufadísimo igualmente– y ser capaz de que te cuadren en la segunda pasada, que no hayan errores ni extravíos y que te sirvan para mejorar tus tiempos gracias al buen ritmo al que te lleva el copiloto se me antoja algo milagroso.
Ella lo consiguió siempre y además desde una humildad absoluta y admirable, fue una compañera sencillamente genial, todo lo que puedo decir de ella es que fue excepcional. Mereció el "premio Naranja" que le otorgaron los comisarios técnicos. Sencillez, empatía y humildad, ¡nadie da más!

Entretanto, fuera asfalto, tierra, etc. corrí una y mil veces con Joan Arnella –entrañable o más que entrañable amigo mío– tuve la satisfacción además de verle dar "el salto" de copiloto a gran piloto –su gran ilusión– y labrarse una merecidísima fama de profesor-escritor del automovilismo. Corrió también con Pedro Bonet un montón de años. Fundó TAC, ejemplo de escuela de pilotaje. Una leyenda viva. Le unen además conmigo historias muy traumáticas familiares idénticas. Ambos luchamos codo a codo para superarlas en la medida de lo posible.

Corrí también –asfalto y tierra– con Josep Autet. Un monstruo rozando la perfección. El venía ya de hacerlo con Jaume Pons y Aman Barfull. Y luego pasó a hacerlo con Antonio Zanini. Josep era una maravilla, se subía contigo el primer día y no perdías ni cinco minutos en explicarle como enfocabas tu el trabajo de pilotaje-copilotaje, era pura intuición ya fuera sobre asfalto con notas como tierra secreta, o en el extranjero (corrí con él en Escocia y Gales). Ganamos juntos su primer rally, que con gran alegría se lo mereció y de qué manera. Fue el preludio de muchísimas más victorias para él, se creó un lazo de una grandísima amistad y respeto que dura hasta hoy.

Por cierto un detalle: siempre compartí habitación, entrenos y carreras, con el copiloto. Lo que es bueno para mí lo es para él y viceversa. Faltaría más. Conozco un piloto conocido –omito nombre– que mientras él dormía en un hotelito, su copiloto lo hacía por imposición en el coche de entrenar en el parking, en el asiento trasero (difícil de creer pero ABSOLUTAMENTE CIERTO). Sencillamente intolerable. Pero lo toleraban –ambos–. Fui testigo mudo presencial. Culpa del piloto pero su copiloto tenía que haberse plantado al precio que fuera.

Como presencié también como en medio de un enlace, en la pista de "Fontmartina" de tierra, tras un pinchazo, el copiloto cambiaba la rueda con el gato y la llave. El piloto histérico, que solo sabía hacer que chillar y darle prisas, en una de esas consideró que lo hacía mal y lento y en un arranque de histeria le propinó una fuerte patada que lo sacó del lugar. Extraño o no, continuaron el rally juntos. Yo habría enviado a mi piloto de una patada abajo a Sant Celoni. Se me salían los ojos de las cuencas.

Un ejemplo: dicen que la "excepción confirma la regla"; una vez, a ultimísima hora Manolo Vidal no pudo correr junto a mí en un rally gallego por motivos familiares. Dos días antes estaba yo sin pareja "de baile", a prisas encontré un personaje (a quien no conocía) que, sin mucha experiencia por su parte, se aprestó a subirse conmigo. Ya en las verificaciones técnicas percibí un "cero en química mutua”. Mi compañero era un suplicio para mi (seguro que yo lo era también para él), pero sencillamente no lo soportaba y lo pasaba más mal que otra cosa. Llegamos a la neutralización que era la media parte nocturna, localizada en una Central Hidroeléctrica gallega, a las 2.00 AM. Simulando un bajón físico, abandoné el rally allí mismo. Hay que cosas que ni por todo el oro del mundo.

En España tenemos también grandes copilotos, recuerdo con especial admiración a Jordi y Víctor Sabater: ellos eran los más profesionales de entre todos. Nunca tuve el placer de poder sentarme junto a ellos –me habría encantado– pero yo siempre fui amateur y corrí con amateurs. Cañellas, Zanini, Beny, Salva Serviá, Carlos Trabado, Octavi Candela y tantísimos más se deshacían en elogios cuando hablaban de ellos dos.

Juan Petisco hizo unas formidables campañas con Zanini y se distinguió siempre por su amabilidad con nosotros "los amateurs", nos ayudó siempre con las fotocopias de "las notas”.

Antonio Boto, que en Madrid fue con lo mejor de lo mejor, incluido el inigualable Carlos Sainz. Imagino que ser elegido por Carlos para compartir responsabilidades "mundialistas" avalan por si solo la trayectoria de Antonio.

Dani Ferrater, el eterno copiloto de Salvador Cañellas es un compendio de todo lo expuesto hasta ahora. Fue además el primer copiloto que siendo yo un debutante de los que llevan el número 100 o más, se detuvo a hablar conmigo, orientarme, darnos consejos. Él no lo sabe pero yo lo agradecí y de qué manera: Costa Brava 1974, la Devesa de Girona. Añado además que Dani era tan extraordinario copiloto como piloto y así lo demostró varias veces. Sus actuaciones con el 127 Gr 1 de PROVIL fueron excepcionales.

A partir de mis experiencias personales, supe apreciar y valorar la importancia capital del copiloto. Los años me han dado la razón y muchos de ellos han triunfado y destacado en su vida profesional, con frecuencia en el automovilismo. Hablemos de Jean Todt, Dave Richards, etc.

Habían otros grandes copilotos amateurs, pero que no por eso eran menos brillantes: Juan Martín era el dúo idóneo de Edu Balcázar, simpatía, moral, animosidad. Guillermo Barreras, a quien yo llamaba Willy, era un caso único. Fue tan buen copiloto como extraordinario piloto y además tenía unas "manos de oro" no solo para conducir, que sí y mucho, sino que también para arreglar cualquier cosa de cualquier coche con unas tijeras, alambre y destornillador. Hoy compartimos afición común: el golf. Naturalmente él lo hace mucho mejor que yo, para eso era ya entonces un "manitas".

Johnny Molina destacó también casi a nivel profesional. Corrió con Paquito Balcázar y Edu con el Stratos y en uno de los coches de Alicio Romero y mil veces con Joan Bayó y otros.

Alex Brustenga, muy unido a la familia Bäbler, copilotó con ellos y sobre todo con Salva Serviá en tropecientos rallies. Pilotó muy bien uno de los Ibiza bi-motores en el nacional de tierra.

Otro de los grandes era Joan Aymamí, eterno compañero de Claudi Caba; juntos lo ganaron todo en Cataluña y además triunfó destacadamente en el mundo de la fotografía automovilística. Un número uno.

Recuerdo a Manu Abans, José María Bascarán, Christine Etchebers, Vicente Castán, Viçens Nubiola, como piloto-copiloto, Tote Arbós, Fernando Pardo, “Tits” Ventura, Antonio Doural, Miguel Brasa, Ani Fuster, “Facas” (Francisco González), Ricardo Comyn, Maurizi Palouzié, Antonio Reverter… en fin, me dejo un gran montón en el tintero, ese es el problema de cuando citas a unos pocos y te dejas a unos cuantos más.

Tere Armadans, magnífica y polifacética copiloto y piloto, a quien nada y nadie detenía, todavía hoy en día hace sus pinitos y "cantos" a bordo de su magnífico Porsche 911 Carrera 3.2 y su VW Golf GTI y colabora en la organización de RallyClassics, representa la afición en estado puro. Montse Imbers –casada con Salva Serviá– tuvo el aguante de hacerse con un 127 Gr 1 el Rallye Monte-Carlo "au complet" como viaje de bodas.

También mencionar a otras copilotas: Nuria Llopis se hartó de ir a ritmo de Stratos y ganar títulos y manejar al bueno de Jorge de Bagratión (q.e.p.d) de la mejor manera, tan buena fue su unión que acabaron en boda. Begoña Kaibel (q.e.p.d) iba "espiritada" a bordo de los Simca 1200 o 1000 del "Zorro" (Toni Zorrilla) y lo hacía de fábula. Susi Cabal (q.e.p.d), montada en un coche oficial FASA, junto a Genito...

Habían periodistas que también copilotaban: Raymond Blancafort, Mari Àngels Pujol, Nacho Lewin, etc. y en el campo internacional a destacar Martin Holmes, a quien yo conocí sentado junto a Chris Sclater y otras veces con Billy Coleman.

De Ricardo Muñoz “Rizos” ya hablé en otra parte pero fue un top como piloto, como copiloto en sus inicios y también como gran periodista.

La llegada del Dakar y los Raids propició que preparadores-mecánicos se convirtieron en expertos-copilotos, puesto que su valía mecánica les hacía acreedores de ello. En medio de África tener sentado junto a ti a un experto en mecánica imagino que es tocar el paraíso con los dedos. Mi gran amigo Ramón Termens, Manelet Juncosa, Hansi Bäbler, etc. fueron claros exponentes, entre muchos otros.

Concluyo ya: Pretendo desde aquí homenajear a unos heroicos deportistas. Y digo heroicos no porque asuman un papel más esforzado o singular que el piloto, que no, que no es por eso pues el piloto tiene su parte y muchísima, lo digo en el sentido de la heroicidad que aporta el anonimato, eso –el anonimato– es muy injusto porque en deporte como todo en la vida no da visibilidad a quien tanto la merece y eso es pecar de injusto y es la norma en ocasiones en los rallies muy por desgracia.

Yo siempre tuve por costumbre al recibir los pocos o muchos trofeos que ganamos ceder su recogida en primer lugar al copilota/o, una muestra de reconocer en público su labor, su importancia y mi agradecimiento. Y hoy todavía cuando recuerdo mis 15 años de práctica automovilística me acuerdo mucho de quienes hicieron ello posible y nunca podré dar gracias suficiente a aquellas/os que se sentaron en el asiento derecho y me llevaran todo ese tiempo de la forma perfecta que lo hicieron.

Y ya no digamos la falta de respeto que –yo por lo menos– observé en ciertos pilotos en el trato a sus copilotos, a veces en forma de mofas, tratándolos como sirvientes o mozos de los recados, cosas que si a nivel humano resultan insoportables a nivel deportivo merecen un total desprecio y censura.

En el auto de carreras lo pasamos genial, otras veces no tanto y algunas con un miedo que lo sudamos por todos los poros, pero somos dos, un equipo, y estamos para hacerlo lo mejor que sepamos y para eso o nos apoyamos con respeto y cariño o bien querido piloto, si, ese que te crees tan guay, búscate otro deporte pues este, el nuestro, no es el tuyo y nunca lograrás nada.

Isidro Oliveras de la Riva y Marqués
Barcelona, 7 de abril de 2020 

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