Por Bilo Oliveras (6-4-2020).
"Go flat ouuuut! Goooo till the right bend and push your left foot on the pedal brake and trust meeeeeee...." (Gas a fondoooo! Hasta la curva de derechas y allí frena con pie izquierdo y… confía en mííííí...). Esta fue mi experiencia corriendo como locos por una pista forestal al norte de Daventry, sentado al volante de un Audi Quattro A1 y junto a Hannu Mikkola –para mí, el mejor de largo de entonces–, que lideraba el Team Audi UK dirigido por mi buen amigo David Sutton. Era él quien había arreglado ese encuentro entre nosotros para que yo, que venía de un ‘todo atrás’, pudiera sacar el máximo partido al Audi Quattro con el que me disponía a tomar parte en el nacional de rallys de tierra después de mis experiencias con el Escort RS MkII de Jeff Churchill, el Talbot Lotus ex-Toivonen y ex-Zanini y el Porsche 911 SC de PromoService.
Era otoño de 1986. Yo tenía desde 1976 una muy buena relación con David Sutton. En aquellos años, yo iba a Londres muy a menudo por temas profesionales y era obligada la visita al “11, Colville Rd” donde David tenía su base. Allí conocí a Vatanen, Recalde, Mikkola, Lampi, Elsmore, Staepelaere, Hainbach, Droogmans, Malcolm Wilson, etc. Muchos nos juntábamos allí y al acabar comíamos en el pub de enfrente, The Goose, y oíamos todas las aventuras de nuestros mayores para gran disfrute de David Sutton, nuestro padre deportivo.
Al ver la enorme diferencia que representaba para mí pasar de un Escort MkII en tierra (yo lo llevaba siempre cruzado, por aquello de improvisar mejor) a un Quattro de grupo 4 con una forma de conducción bastante, o más bien radicalmente, distinta a la mía, fue cuando hablé con David solicitando los consejos "in situ" de un piloto suyo. Mi sorpresa fue cuando me dijo: "Hannu Mikkola te enseñará encantado 'for free' (gratis), pues tú, él yo somos amigos, solo tienes que ajustarte a un día que Hannu esté por aquí". Naturalmente, ni me lo pensé más de un segundo.
Me presenté en Daventry, donde David y Hannu me esperaban a las 9 de la mañana. Vi que Hannu era una persona absolutamente normal y con muchas ganas de serme útil. "Llegarás a hacerlo con soltura después de que te dé unas 'tips' básicas, tú tranquilo", me dijo. Nos dirigimos a unos kilómetros, a una zona donde había bastantes pistas forestales. “Te parecerá que vamos increíblemente rápidos y al límite, pero eso es porque tú tienes chip de piloto y no de copiloto y, por otra parte, el Audi permite pasar las curvas a una gran velocidad y seguridad; de todas maneras, nos pondremos los cascos", me comentó.
El primer tramo (unos 6 km) era virado y medio rápido, con un par de saltos y unas curvas lentas al final. Hannu lo conocía con los ojos cerrados. ”Quiero que en esta primera pasada te concentres en mis pies y en el cambio de marcha –me advirtió–, al acabarla te comentaré lo que has visto. Recuerda, solo mis pies". Me costaba hacerme a la idea de llegar a una curva a fondo de acelerador y ver que, a pesar de frenar y mucho, el pie del acelerador no se relajaba. "¿Viste esto? –me preguntó–, pues es el truco más importante que deberás aprender. Frenar con el pie izquierdo; requiere un poco de práctica, pero no te irás a tu casa sin hacerlo”.
Hicimos dos o tres pasadas más, Hannu insistiendo en que mirara sus pies, pero también que comprobara como en vez de hacer el 'contravolante' clásico, él mantenía dentro de la curva las ruedas rectas; ese debería ser el máximo de ‘contravolante’, es decir, ‘ruedas rectas’. Bien, los dos primeros trucos de Hannu para mí: pie izquierdo al freno, casi siempre volante recto aguantándolo con mucho gas, algo que tengo asumido mental e intelectualmente… “Se trata de que lo pongas en práctica”, decía. Tras ese tramo, nos mudamos a otro cercano de unos 12 km de buena tierra. Hannu me hizo ocupar el asiento del piloto mientras me recordaba: “Pie izquierdo frena, pie derecho gas a fondo siempre que puedas y volante en curva en neutral o casi”. Nos pusimos los cascos… ¡y gas!
Al fondo, a unos 300 metros y tras un zig-zag a tope, había una ‘izquierda 4’ (de segunda rapidilla). Levanté el pie solo unas décimas para pasar de cuarta velocidad a segunda y seguí gas a fondo y freno a fondo. Llegué a la curva y allí se me complicó todo: giro de volante, levanté el pie del gas, modifiqué el reparto de masas… El resultado, un magnífico ‘recto’. Risas de Mikkola: ”Te lo dije, que no te saldría al primer intento, pero tendrías que estar contento, pues Lasse Lampi se salió contra dos árboles en su primera curva“. Tras seis pasadas por los dos tramos y sobre las 6 de la tarde, Mikkola decidió regresar a Daventry. Nos esperaban David Sutton y su mujer, la campeona Jill Robinson, rival de nuestra Pepa Ruedas. “Sabes lo que hacer y sabes ya cómo hacerlo –afirmó Hannu–, ahora practica en tu casa tanto como puedas”.
Las reacciones en las redes
En “Motor des del confinament”, publicamos también algunas de las reacciones que los textos publicados en las redes producían en la audiencia. Tal cual las publicamos en la revista figuran a continuación:
@ Toni Sasplugas
El canvi a Audi devia ser la conya!!!, aprendre a canviar el xip del propulsió amb moltes coses, com bé dius… Tirar-lo abans de cada angle per tal que entrés bé, les rodes rectes, el flat out full time, frenar amb el peu esquerre, saltar diferent… i amb més de 300 CV. Mil gràcies, Bilo!!
@ Miguel Ballón
Grande Bilo!!! Qué pedazo de HISTORIÓN!!! Con el gran Mikkola, mi favorito de siempre. GRACIAS, MAESTRO!!!
@ Marco Antonio Suárez
¿Y fueron obedeciendo poco a poco los pies a la cabeza, maestro? Imagino que sí… that is the question… siempre… malditos pies, a veces independientes, casi desconectados de la red nerviosa, tan alejados de la cabeza. Mil gracias por sus relatos.
@ Joan González
Qué experiencia tan sensacional, contar con un profe como el más grande, Hannu. Mercès pel que transmets!
@ Joan Al
Chapeau y un millón de gracias. Lo que dices de Hannu coincide con lo que siempre decía Michèle Mouton del finlandés, esto es, que cuando llegó a Audi se encontró con un gran piloto, evidente, sí, pero sobre todo, y además, con una gran persona, de gran corazón y generoso como nadie al explicarle todos los trucos para llevar el Quattro y adaptarse a él. Lo consideraba como un segundo padre.