Por Josep Autet.
Esta semana hará un año que publicamos en formato revista un producto que bautizamos con el nombre de “Motor des del Confinament”, idea que rescató de un inminente olvido una serie de textos nacidos y publicados en plena pandemia en las redes sociales. Junto con Josep Casanovas y Toni Centellas hicimos una serie impresa y limitada a 123 ejemplares, todos numerados, de modo que quien se decidió por adquirir un ejemplar tiene en su poder una idea entre romántica y singular, creemos que digna de ser guardada.
Este aniversario viene perfectamente a cuento de la editorial que ayer pude leer en La Vanguardia escrita por su director, Jordi Juan, en la que evidenciaba algo que muchos entendemos como real y por supuesto con mucha vida por delante: la información en formato papel.
Desde el 1 de julio, la letra de La Vanguardia tiene medio punto más de cuerpo y también ha aumentado algo el interlineado, cambios destinados a facilitar la legibilidad del diario y hacer más fácil y cómoda la lectura. Dice Jordi Juan que “no nos cansaremos de repetir que vamos a seguir mimando la edición de papel, que es la mejor imagen de nuestra marca y este cambio que estrenamos va justamente en esta línea. Cada vez más la Redacción centra sus esfuerzos en el mundo digital porque los nuevos hábitos de la sociedad así también lo requieren, pero sería un error dar por finiquitada la edición de papel. Vamos a seguir ahí hasta cuando ustedes quieran. Que lo disfruten”.
Es realmente importante que estas reflexiones del director de una de las más importantes cabeceras españolas redunden precisamente en la plena validez del papel como soporte informativo clave y, como bien dice, como la mejor imagen de marca. Leer noticias y reportajes en papel no es un asunto del pasado, es clave para contrarrestar la rapidez efímera con la que pasan y desaparecen las noticias en internet, por mucho que la inmediatez y la cadencia hagan de la red un elemento tan próximo que en algunos momentos se convierta en prácticamente imprescindible.
También estas reflexiones vienen al pelo sobre la reciente ampliación del exiguo “parque” de publicaciones con que cuenta nuestro deporte del automóvil. Más allá de la amplia oferta en revistas de producto que también publican reportajes puntuales sobre asuntos de nivel de nuestras carreras, que Auto Sport Hebdo vuelva a estar en los quioscos –más allá de la indudable valentía que demuestran sus promotores– es una muestra más que una publicación de este estilo es necesaria porque tiene un espacio que ocupar. Los reportajes globales están muy bien pero ¿quién se ocupa de la gran cantidad de carreras autonómicas o locales? Pues, por fortuna, Auto Hebdo. Casi llega a la mitad el volumen de páginas del último número de esta revista destinadas al deporte de base y estamos seguros que la paginación crecerá: no hay nadie más en el mercado que abarque esta faceta.
La cuestión es ser interesante al lector, que en muchos casos es el piloto o el copiloto aficionado que puede ver su nombre impreso, algo que produce a la vez orgullo y reconocimiento. También es importante ser una publicación distinta, que ofrezca un aire nuevo, como lo son los reportajes realmente únicos que se pueden encontrar en Todo Racing y por supuesto en Turini, dos revistas que han sabido dar en el clavo y se están consolidando porque saben avanzar por un interesante camino. Sin olvidar el imprescindible –y duro– cometido que hacen Motor Clásico y Coches Clásicos como cabeceras más destacadas en el mundo del automovilismo retro. Y podríamos hablar de algún ejemplo más.
El futuro, dicen los gurús, es digital, sin duda el camino se está orientando en este sentido, pero de la misma forma que un libro no es igual de forma física que electrónica, la buena lectura en papel seguirá teniendo sus adeptos, ¿por mucho tiempo? Tal como dice el director de La Vanguardia ”hasta cuando ustedes quieran”. ¡Larga vida al papel!
Josep Autet
2 de julio de 2021