Por Josep Autet.
El pasado sábado día 23, Jordi Ventura y un servidor disputamos el Ral·li Esprint Sant Julià con el Ford Sierra RS Cosworth “Robert Mercader”. Nuestra intención era llegar a la meta y experimentar del mejor modo posible las mejoras aplicadas al coche durante las últimas semanas. El coche se mostró poderoso, no exento de las brusquedades ya conocidas, pero se comportó algo más dócil en manos de Jordi al que, esta vez sí, la mecánica le permitió exprimir sus posibilidades y las del coche marcando algún crono interesante.
El Sierra había recibido una revisión importante en Baporo, mejorando y ajustando partes del coche que contribuyeron a que esta estabilidad precaria se viera mucho más encauzada. El trabajo del preparador fue intenso y variado y dejaremos los detalles para otro rato dado que aún no ha concluido, pero lo que ha quedado claro en toda esta operación es que no es suficiente rehacer a fondo un coche de grupo N de 35 años de edad aplicándole mecánica de grupo A, es todo el coche al completo el que debe adecuarse a un nivel de preparación para el que no fue creado en su día.
El objetivo de llegar a la meta se logró ¡por fin! aunque sin vernos exentos de un problema que por suerte sucedió al final de La Roca y que nos permitió desplazarnos hasta la asistencia para que fuera reparado. A unos 600 metros del final del tramo (ahora recibe el nombre de La Collada del Vilar) entró en el habitáculo una neblina olor aceite al tiempo que Jordi notaba repentinamente una dureza inusual de la dirección: se rompió el tubo de lubricante de la asistida y lo que parecía una reedición del percance del Lloret de Mar se convirtió afortunadamente en una más benigna pérdida de medio minuto, ya que cruzamos la meta prácticamente a vela.
No me gusta nada vivir de lo que pudo ser y no fue –y a Jordi tampoco–, pero dado que estamos de pruebas nos permitimos la licencia. A lo que me refiero es que eliminando este medio minuto (entre la 1ª y la 2ª pasada mejoramos más de 31”) podíamos haber terminado quintos por los pelos, el sitio posiblemente natural de nuestro coche, pero lo cierto es que finalizamos novenos a 28”4 de Ricard Mengual-Marta Gavila y su Clio RS Sport, los verdaderos y justos propietarios de esta quinta plaza. Los cuatro coches Rally2 de delante están lógicamente en otra onda ¡bien que lo sabemos!
Nuestro Sierra se comportó mucho mejor que en Lloret y Alp, pero sigue provocando estos bandazos cuando entra la potencia. Muelles, barras y diferencial deben recibir más atención y a eso se dedicará tiempo ahora. Por lo demás, Jordi se mostró muy eficaz a medida que pasaban los kilómetros, aprovechando bien el coche cuando este se lo permitía. Los tiempos en Collsaplana (5º absoluto tras los R5) demuestran que tenemos potencia pero en cambio el crono de La Roca-2 está penalizado por los fuertes botes que daba el coche y las rozaduras e impactos de partes de la suspensión en los bajos del coche. A pesar de ello fuimos rápidos, posiblemente algo menos que en la primera pasada cuando se rompió el tubo de aceite de la dirección.
En fin, prueba superada y resultado conseguido, ahora a mejorar y meditar bien qué hacer en el gran desafío que supone el Rally Costa Brava. Termino afirmando lo que ya sabía, que el Ral·li Esprint Sant Julià ha sido una prueba asequible y agradable, un itinerario centrado en un radio pequeño y con tramos cortos pero para nada exentos de dificultad. Los tiempos que vivimos aconsejan cada vez más este tipo de pruebas locales, sin querer ello decir que no deban existir un pequeño número de rallyes claramente más largos y duros. Mi opinión es que el organizador no tiene que buscar siempre longitud y dureza en todos los rallyes, prima más bien la dificultad y la diversión asequible, como la prueba a la que me refiero hoy que hace más lógico nuestro automovilismo de base de acuerdo a la situación económica por la que pasamos.
Gracias y seguimos muy pronto. De veritat!
Josep Autet
26 de octubre de 2021