Por Josep Autet.
Ya tenemos el primer test de 2022 realizado y bien finalizado. Terminar entre los diez primeros con un clásico en un rally de coches modernos, con una fabulosa nómina de coches en la que se incluían 11 Rally2, 8 Rally4, 5 GT y otras máquinas de notable nivel, da argumentos para lanzar una pregunta bien lógica: ¿Qué es lo que hacía un Ford Sierra RS Cosworth de 35 años compitiendo con mecánicas de última generación?
El motivo de nuestra participación en el Rally Lloret de Mar fue sencillamente realizar un ensayo general a lo grande con dos objetivos muy claros, el primero comprobar cómo funcionaba el Sierra tras los múltiples trabajos realizados por Baporo para hacer al coche competitivo pero por encima de todo fiable, no más fiable sino fiable a secas, y el segundo objetivo –siempre si los problemas no aparecían, claro está–, era hacer kilómetros de velocidad para que Jordi Ventura le tomara definitivamente el pulso a un coche que no ha podido pilotar a fondo desde hace más de 3 décadas y menos con la actual configuración de grupo A. Ambos objetivos se han cumplido, con nota diría yo, porque no hay que utilizar la falsa modestia cuando uno se siente orgulloso del resultado obtenido.
Lo he dicho algunas veces, Jordi Ventura es un talento al volante como pocos, conserva a sus 60 años lo que yo defino como el buen golpe de volante que exhibió en su juventud apoyándose en algunos de sus puntos fuertes, además lógicamente de mantener un excelente estado de forma. Esos puntos son a mi modo de ver querer hacer las cosas bien, tener intuición, y por último correr y saber tomar el pulso al terreno y al coche sin urgencias para poder desplegar una vez se siente a punto una clara evolución en su sentido del ataque. Eso le hace ser extremadamente eficaz cuando todo está bien alineado.
Evidentemente para un servidor, que afortunadamente está habituado a pilotos de nivel, correr con Ventura sigue siendo un placer. Nunca hubiera dicho que pasados los 60 estaría en un habitáculo corriendo rallyes y mucho menos a la velocidad a la que vamos. El copilotaje profesional finalizó para mi hace bastantes años y este revival con Jordi me ha hecho reflexionar bastante sobre lo que es esta profesión y también sobre la propia condición humana, pero eso lo dejaremos para otra ocasión.
Le tenía respeto a la primera etapa nocturna. Siempre he gozado de una excelente vista pero a estas alturas de mi vida la oscuridad ambiental me exige más nivel de concentración que de día para leer las notas. Con gafas, sin ellas… estoy contento por cómo desempeñé mi papel, en especial porque mi inquietud inicial se fue suavizando al paso de los tramos aunque eso me hizo terminar la etapa agotado. El segundo día todo fue más fácil.
Si se revisa nuestra actuación de la primera etapa podría parecer que nos íbamos desinflando pero eso no es así en absoluto. No mejoramos ostensiblemente entre una pasada y otra pero nuestro ritmo fue similar y en mejora. Cualquier participante en el Rallye Lloret de Mar estará de acuerdo que tanto en Els Àngels como en Santa Pellaia las humedades ofrecían un nivel de adherencia más que precario, delicado y engañoso diría yo, que no nos ayudaba nada a domar los bandazos a que nos sometía el turbo del Sierra. Quien más quien menos empeoró en las segundas pasadas, pero nosotros hicimos los seis tramos aprendiendo mucho, ayudados por un coche que mecánicamente se comportó perfectamente.
Acabamos la etapa de noche undécimos y muy claramente por delante de los escasos históricos presentes. Lo importante era correr, probar, experimentar… los seis tramos y las dificultades de adherencia antes citadas, la exigencia de Sant Feliu-Tossa, etc. ayudaron a este objetivo, bien armados con un coche competitivo. En la segunda etapa, diurna, nuestro ritmo aumentó pero siempre manteniendo el objetivo de mejora continua más que de querer batallar contra nadie.
En el famoso ángulo de Sant Grau, Jordi tuvo dificultades en el momento de insertar la primera velocidad tras la habitual culeada bien realizada y nos quedamos inmóviles en plena curva. Allí perdimos un puñado de segundos pero considero una gran suerte que nos pasara este lance ¡un aprendizaje más!
En Osor nos encontramos accidentado el Hyundai de López-Odriozola, que salía tres coches por delante, bloqueando parte de la pista y los pilotos indicando correctamente el asunto. Como todos los participantes que nos encontramos el coche detenido en esa situación, tuvimos que parar; en primera y ayudados por las indicaciones del copiloto pudimos pasar por el estrecho margen que quedaba libre y retomamos la marcha, pero a final de tramo perdimos dos posiciones de golpe y un lugar en el top ten, un puesto que sinceramente nos empezaba a atraer.
Entre las humedades del día anterior, el paso de los kilómetros y lo experimentado atacando en los tramos del sábado, Jordi pudo ensayar diversos modos de pilotaje que cundieron muy bien, como aprovechar la suavidad en la entrega de potencia al utilizar una marcha más larga y alargar así las trazadas, dominar mejor el inicio del sobreviraje a la entrada de las curvas, conseguir el tacto correcto en las frenadas fuertes y batallar contra una palanca de cambios que en el futuro habrá que mejorar. Para el último giro, Ventura eligió unas cubiertas Pirelli D5 que nos dieron un resultado magnífico.
En el segundo paso por Sant Grau la retirada del Skoda nº 10 nos permitía ascender una posición, éramos de nuevo undécimos pero lo más destacable es que habíamos marcando un tiempo mucho mejor que en la primera pasada, superando también a los dos coches que nos precedían en la provisional y que ahora estaban ambos 2” por delante nuestro.
Quedaban Cladells y Osor. Las cubiertas se portaron de maravilla y Jordi Ventura no os quiero ni contar, de modo que tras rebajar 9” el tiempo del primer paso por Cladells superábamos definitivamente al Clio R3 de Sébastien Pruja-Maxime Escudier. Éramos por lo tanto décimos pero faltaba Osor y decidimos mantener el ritmo alto ¡era parte del ensayo! Sin obstáculos en la pista, nuestra bajada fue perfecta y rápida, marcamos el 9º tiempo que nos permitía ocupar idéntica posición en la clasificación a expensas de Miquel Labarias-Lorena Romero y su Peugeot 208 Rally 4. Cuando le informé del tema a Jordi tras consultar mi móvil en uno de los escasos sitios con cobertura en aquella zona, la realidad nos hizo gritar de alegría.
No podíamos finalizar mejor el Rally Lloret de Mar: coche perfecto, cubiertas eficaces, piloto totalmente adaptado a los vaivenes del Sierra, buen resultado luchando con algunos de los coches modernos que nos rodeaban, ¿qué más podíamos pedir? Satisfacción es la palabra. Nuestro reconocimiento a las tripulaciones que nos siguieron en la clasificación final. La lucha cuando uno está a punto, ni que sea por un objetivo muy particular, es la mejor forma de avanzar en un proceso de mejora y todo ello sin olvidar para nada que el equipo del 208 acumulaba una penalización y que sin ella hubiera acabado por delante nuestro. Pero los tiempos que marcamos hacia el final, estando nosotros fuertes y teniéndoles a ellos como referencia al comparar los cronos que marcamos todos durante la totalidad del rally, fue una circunstancia que ayudó mucho a mejorar.
Apuntes al pie del cuaderno de notas
• Baporo nos entregó un coche perfecto que como antes contaba nos permitió aprender, correr, triunfar según nuestros parámetros y llegar a la meta sin el más mínimo problema. Y con un servicio eficiente, si bien esa falta de trabajo in situ –porque obviamente antes se había hecho la labor adecuada en el taller– lo hizo todo muy fácil. Cierto que se pagan las facturas pero encontrar un nivel de eficacia tan elevado es de agradecer y admirar.
• No es normal que un rally del catalán cuente con una inscripción tan fabulosa, en calidad (en el texto lo contaba) y en número (84 coches de velocidad, 9 Legend y 44 de Regularidad), como la que ha disfrutado el Rally Lloret de Mar. El objetivo que se marcó en 2020 el organizador ha llegado en tres ediciones al objetivo de ser la referencia catalana. Y todo ello presentando un rally de dos días y 146 km de velocidad, excesivo para un rally autonómico pero no para el de Lloret. Es evidente que el éxito, como en todo, no llega por casualidad.
• Este año no habrá Ral·li Osona, una pena para los que tenemos vinculación con Escuderia Osona y que queremos lo mejor para este rally, pero las obligaciones para terminar de una vez por todas el Circuit d’Osona aconsejan este parón de actividades deportivas durante todo 2022.