Por Antonio Arderiu.
Imagínense Vds. una ciudad que no era ni es capital de provincia, muy industrial y poco atractiva, que a las 9.30 de la noche no había “ni Dieu“ por las calles, con niebla espesa, el ambiente gris del mes de noviembre y que, de repente, la primera semana de noviembre tenía el hotel ocupado, se veían coches de carreras por todas partes, venía gente de toda España, se hacían presentaciones, invitaciones para entrar a la discoteca Mannix, acudían periodistas del motor, equipos de filmación, etc. Esto, señores, era el Rallye 2000 Virajes del Campeonato de España y los culpables de tanto alboroto, el Biela Club Manresa.
El “2000 Virajes” era, en aquel entonces –finales de los 60 y década de los 70–, la prueba reina del Biela Club Manresa. Originariamente estaba abierta a coches y motos pero cuando alcanzó la puntuabilidad para el Campeonato de España de Rallyes, en la época presidida por Alejandro Dalmau, quedo vetada la participación de las motos.
Para la ciudad de Manresa el “2000 Virajes” era un auténtico acontecimiento del que, a pesar de las criticas de los ”frikis“ de siempre, se beneficiaban indirectamente todos los ciudadanos. Los días previos al rallye, el hotel (en aquellas épocas era casi exclusivamente el Pere III), estaba lleno con los equipos oficiales y con los amateur que venían de más lejos, se veían equipos entrenando, camionetas con neumáticos y recambios por toda la ciudad, y bares y restaurantes notaban un incremento importante de la clientela. También las ventas en tiendas y comercio aumentaban y las ceremonias de presentación del rallye y demás atraían a la ciudad personajes de toda España. Además, el rallye aportaba un espectáculo y animación de la que, sinceramente, Manresa se hallaba muy faltada. El “2000 Virajes” era el acontecimiento del año en Manresa, con permiso de los otros clubs de la ciudad cuya colaboración, aparte de la rivalidad, era siempre ejemplar y desinteresada.
El rallye era una prueba singular y pionera en su especialidad y llegó a ser calificado por Antonio Zanini (revista Play-Boy, noviembre 1977) como el mejor rallye del campeonato. En primer lugar era un rallye muy vivo. En las primeras épocas se hacían muchos tramos largos, separados por pocos kilómetros de enlace, pero recorriendo toda la geografía de la provincia, con incursiones puntuales en tierras de Lleida e incluso de Girona. El rallye tenia un tramo fetiche, “Estenalles“, que se hacía en varios sentidos y que Sandro Munari había calificado como el mejor tramo del mundo (revista Fórmula, 1973), una salida y llegada de rallye siempre con “Pont de Vilomara“ como referencia (con la paella poco antes de la llegada a rebosar de gente, fuere la hora que fuere) y luego tramos en aquel entonces desconocidos como “La Mina”, “Borredà-Alpens”, “Berga – Solsona”, “Coll de Jou” con su larga recta muy llena siempre de niebla, “Les Solanes”, “Montserrat”, etc.
Todo ello imprimía un ritmo frenético a participantes, equipos y organizadores, al que tampoco era ajeno su colocación en el calendario, por detrás o justo por delante del Barcelona-Andorra organizado por el RACC, mucho más “pijo” pero incomparablemente menos competitivo. Era un rallye-aventura en la verdadera acepción de las palabras.
En una segunda etapa, siendo director de Carrera Josep Mª Fornells Costa, el “2000 Virajes” se modernizó, adoptando la forma de critérium, es decir, varias pasadas por los mismos tramos, todo alrededor de un centro neurálgico, el Hotel Els Bruchs, que hacía de parque cerrado, media parte y llegada. El ritmo se mantenía muy vivo, es decir, pocos kilómetros de enlace y muchos tramos de velocidad, pero la labor de la organización y asistencias se simplificaba notablemente, aparte de que permitía a los seguidores y seguidoras disfrutar de toda una noche trepidante con una pantalla situada en el hall del hotel donde se iban poniendo los tiempos… ¡a mano!
Para no defraudar a sus orígenes, se hacía una salida en Manresa, en el paseo Pere III donde, normalmente, se llegaba neutralizado o, en sus últimos tiempos “nacionales“, habiendo disputado algún tramo de tierra. A continuación se iniciaba el espectáculo con “Pont de Vilomara“, donde no cabía un alfiler, y se seguía manteniendo a “Estenalles” (versión larga) como tramo fetiche.
El “2000 Virajes” fue pionero en muchas cosas que luego siguieron en otras organizaciones profesionales mucho más experimentadas. Así, fue el primer rallye que daba el tiempo de llegada de tramo a los cien metros de la meta, en el control stop situado a tal fin, lo que permitía a los copilotos establecer los tiempos oficiales de tramo en tramo. También fue el primero que utilizó una señalización (pancartas) de tramo y controles horarios homologables a la reglamentación europea. Fue igualmente pionero en tramos largos como “La Mina”, de 31 km; “Estenalles” entera; “Coll de Jou”, desde Solsona hasta el tope, casi 40 km.
Fue también el primer rallye en Cataluña (aparte lógicamente del Rally Costa Brava) en disputar tramos de tierra, que por aquel entonces era una auténtica novedad. Para la pequeña historia diremos que fueron “Rajadell” (originariamente denominado “El Cementerio” por el lugar donde estaba situada la salida pero que, obviamente, hubo que cambiar tal nombrecito... ¡lagarto, lagarto!), “Vacarisses” y “Navàs – Castelladral, tramos que tuvieron una cantidad de público increíble, algo que no se había visto nunca en eventos semejantes. Igualmente fue uno de los primeros, junto con el Guilleries, en adoptar la fórmula “critérium” que, en los 70, hacia furor en Francia, lo que fue posible merced a la colaboración entusiasta de nuestro amigo ya fallecido y exquisito caballero, D. Josep Vives, que dio todo tipo de facilidades prestando como base el Hotel Els Bruchs.
En este rallye han corrido –y posteriormente ganaron el Campeonato de España–, equipos importantes como la famosa Escudería Repsol, con los Porsche 911S pilotados por Alberto Ruiz Giménez “El Oso“, Eladio Doncel y José Manuel Lencina; también destacó coincidiendo con la gente de la Repsol otro campeón nacional, José María Palomo y su Porsche 911R; luego vino la época de Manuel Juncosa, con su Abarth 2000; Estanislao Reverter, con un curioso Alpine con motor Porsche denominado “Alpinche“, coche recientemente restaurado; Ricardo Muñoz, muy rápido con los Simca 1000 de grupo 2, etc. etc.
Antonio Zanini ganó aquí su primer rallye, con SEAT, curiosamente y contra pronóstico para desespero de su jefe de equipo, J.J. Pérez de Vargas. Parece ser que no era el destinado a ganar el absoluto (el elegido era Jorge Bäbler, pero rompió en uno de los últimos tramos), lo que se quería es que ganara el grupo 2 tras hacer algo así como de mochilero. Y Zanini también ganó este rallye con la versión mas sofisticada de los famosos “taxis“, el de 1977 con el impresionante Seat 124-2100. Fue su tercera y última victoria en el “2000 Virajes”. La lucha más intensa se producía a menudo en el grupo 1, es decir, los coches de serie, donde en la clase superior los ídolos locales, Enrique Palacios primero y Juan Franquesa, después, se las veían siempre, con éxito, con todos los notables del campeonato como el madrileño Carlos Trabado y los locales Octavio Candela, Salvador Bohigas, un joven Salvador Servià (que ganó en 1973 con un grupo 2) y un largo número de pilotos para los que ni la memoria ni el espacio son suficientes. Y también los grupo 1 de fabricación extranjera, muy buscados. Con ellos destacaban Claudi Caba, José Luis Sallent y Gerardo Hoffman, entre otros.
En ocasiones, para animar el cotarro la organización invitaba a algún equipo extranjero que solían ser los de Marc Etchebers y Jean Egreteaud, ambos triunfadores en Manresa, que siempre se presentaban con unos Porsche que hacían soñar y que ganaron fama por lo suave que arrancaban en los tramos, señal de que sus pilotos conocían perfectamente el punto débil de estos coches, el embrague. Hay que decir también que un año, el de 1978, se recibió la inscripción de Ford Advanced Vehicles con Roger Clark – Jim Porter y Malcolm Wilson – Adam Elsinore pero –y de eso solo saben el motivo el presidente de aquel entonces y el secretario de la prueba–, no llegaron a tomar la salida aunque curiosamente la carrera la ganó un Ford, el Escort RS de Pío Alonso – Pol Varela.
Para los que no conocisteis aquella época de los 70 debo decir que, fuera de los equipos oficiales, semioficiales o “pijos”, el parque móvil no daba para mucho y se reducía a un montón de SEAT y Simca y algunos Renault y Citroën, en sus diversas variedades, y algún que otro Mini 1275. Excuso deciros la sorpresa que representó en 1972 la inscripción de un Ferrari Dino, cuyos pilotos se instalaron en el hotel de la ciudad durante una semana, luciendo sus chaquetas de ante con el emblema Ferrari y gastando a troche y moche. Lamentablemente, el Ferrari duró hasta la curva del transformador de “Pont de Vilomara”, es decir, la primera curva del primer tramo.
Antonio Arderiu Freixa
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