Competición vivida: Correr, llegar, ganar 



Por Josep Autet.

El titular elegido es el que es pero para nada pretende alardear ni ser triunfalista. El pasado sábado corrimos Jordi Ventura y un servidor (con el Ford Sierra RS Cosworth) el Andorra Rally Fullslip, un rally y un país con gratos recuerdos para ambos y que nos apetecía disputar en este regreso a la modalidad de velocidad. Si correr ya es importante para nosotros (era nuestro quinto rally de la temporada), llegar al final aún lo es más, sobre todo después de las dos últimas retiradas cuando ocupábamos zona de podio en rallyes de coches modernos.

¿Y ganar? Lo logramos sin problemas en nuestra categoría Pre90, lo que indica que el titular no miente, pero hay que decir que fuimos batidos en la general absoluta por otro clásico y además de más edad, un Ford Escort RS 1800 Pre81. ¿Qué pasó? Pues simple y llanamente que nuestros rivales corrieron más que nosotros. Ferran Font, acompañado por Claudio Leite, condujo de tal forma en los tramos de casa que no nos dejó la victoria ni en un solo tramo, lo que demuestra quién ganó con total justicia.

En el primer tramo, Ordino, fuimos rápido pero Font-Leite nos sacaron algo menos de 5”, lo que empezaba a mostrar el camino que el asunto podía seguir. En la difícil Fontaneda, con problemas para girar en algunas paellas, cedimos 14”. Nos aplicamos en la segunda de Ordino y logramos “perder” algo menos de 3”. Pero la distancia siguió aumentando con más de 10” en Fontaneda-2 y otros 4” en Ordino-3. Total que llegados a mitad de rally estábamos ya a medio minuto largo y ahí entendimos que no podíamos hacer nada.

La segunda parte del rally siguió de esta forma pero nosotros ya habíamos optado por no presentar batalla, ni tan siquiera sustituimos unos neumáticos ya tocados porque nada hacía pensar que las tornas cambiarían. Y con esta certitud optamos por conservar e intentar consolidar el segundo puesto que, dicho sea de paso, nunca peligró.

¿Donde se puede encontrar el por qué de esta impotencia? Más allá de que Jordi corriera por primera vez en tramos tan espectacularmente complicados y que el rally y sus carreteras son conocidas hasta la saciedad por Ferran, unas especiales veloces pero estrechas y con zonas boscosas más que reviradas, la explicación que quisimos encontrar analizando nuestro rally mientras cenábamos la noche del sábado no es sencilla, porqué se debe a la suma de diversos factores.

Las manos de ambos pilotos están más que demostradas, nuestras actuaciones hasta la fecha no es necesario comentarlas y la calidad de Jordi es la de los mejores tiempos. Si en el Costa Brava o el Empordà no teníamos ningún problema para controlar a Font, en Andorra Ferran hizo lo propio con nosotros. Queda claro que el conocimiento del terreno es la principal causa de este cambio de tornas, pero no la única.

Veamos. En las fuertes subidas, entre 1.500 y casi 2.000 metros sobre el nivel del mar, no le notamos el empuje habitual al Sierra, echábamos en falta aquella potencia que te catapulta hacia delante. En zonas rápidas o tras paellas en subida, la falta de mala leche del motor nos lo hacía comentar en plena especial. Es bien sabido que la altitud afecta el rendimiento de los motores turbo, algo que en buena lógica debería ser similar en los atmosféricos, pero la verdad es que llegábamos a lo alto de los puertos menos veloces de lo acostumbrado.

Otro problema venía en las bajadas de dos tramos que eran el coco para nosotros: Fontaneda y Anyós. La carretera se volvía allí estrecha y con unas paellas cerradísimas que exigían unas fuertes frenadas tras zonas de una velocidad destacable. Jordi se aplicó mucho en la maniobra de girar el Sierra en los ángulos pero en las primeras pasadas el asunto por lo general no funcionó, hasta el punto que en alguna curva tuvimos que hacer maniobra. Eso Ferran lo supo evitar con habilidad. ¿Cómo lo logró? Pues frenando en el momento justo hasta parar prácticamente al Escort, girar, meter primera y salir acelerando. Ni derrapadas ni frenos de mano.

Tras lo vivido en las primeras pasadas Jordi adoptó una conducción casi de turista para girar en los ángulos, lo que nos permitió virar sin maniobras… y mejorar los tiempos. El problema es que Font-Leite estaban lo suficientemente lejos para que nosotros quedáramos descartados, Ferran estaba motivado y en vena de aciertos y ahí lo dejamos. En estos últimos años de rally de regularidad, los pilotos de esta especialidad se lamentaban de no poder cumplir los promedios ante estas continuas dificultades y eso lo comprobamos con el crono avanzando sin piedad, pero amigas y amigos ¡esto son los rallyes!

Ya que no era nuestro día para ganar en el absoluto, nos agradó que quienes nos vencieran fueran estos rivales tan cualificados, ¡nuestra sincera felicitación! El año 2000 Ventura (entonces con Oriol Julià y un Ibiza Kit Car) ganó por un puñado de segundos a Font (copilotado por Joan Sureda y un Mitsubishi Evo VI). 22 años después, aunque con el orden de llegada cambiado, ¡los rivales seguían siendo los mismos!

No quiero terminar sin manifestar mi reconocimiento a los dos equipos que, fuera de la lucha por la carrera por tratarse de coches más modernos, que el reglamento excluía de la clasificación, lograron con claridad los mejores tiempos, en especial Joan Vinyes Dabad-Joan Vinyes Rodríguez, padre e hijo, que con un Ibiza 2.0 Kit Car sobrevolaron a todos con unos tiempos magníficos, justo por delante de Gerard de la Casa-Jordi Mercader (Seat Córdoba WRC). Vinyes ya ganó en 1994 y De la Casa nada menos que en 1981. El tiempo pasa pero los buenos pilotos permanecen, mi sincera felicitación a todos.

Josep Autet
19 de septiembre de 2022

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