Por Màrius Llongueras.
12 de noviembre de 1972, más o menos a mediodía. ¿Qué estoy haciendo yo aquí, muerto de sueño, tirado en uno de los sofás del hall del Hotel Pedro III de Manresa? Pues esperando a que los amigos del Biela Club Manresa publiquen los resultados del XIV Rally 2000 Virajes. Mi primer rally, que habíamos corrido y acabado hacía poco más de una hora Tomàs Llasat y yo.
Hace unas semanas Antoni Arderiu Freixa publicó en esta misma ventana de JAS dos artículos muy buenos sobre el Rally 2000 Virajes que me hicieron recordar que este año hará ya 50 que corrí en Manresa mi primer rally. ¡¡50 años!! Y también, con la ayuda del archivo, he revivido aquella prueba, durísima vista con ojos de hoy y rememorado las sensaciones vividas y nunca olvidadas...
¿Por qué digo durísima? Pues vamos a ver, el rally, puntuable por el Campeonato de España, tenía un recorrido de 597,55 km divididos en dos etapas (287,20 y 310,35 km) separadas por una parada de 1 hora y 27 minutos. En cuanto a los tramos cronometrados eran 17 (8 y 9) con 272,95 km (132,10 y 140,85). Todo en las carreteras de la época. El primer coche empezaba a las 8 de la tarde y acababa a las 10 de la mañana.
¿Y qué tramos se hacían? Pues empezábamos con Pont de Vilomara, de 2,8 km, e íbamos hasta Navarcles para hacer Estenalles, de 25 km. Saliendo de Terrassa hacíamos Terrassa-Vacarisses, de 12,7 km, y a continuación el tramo Els Caus, de 5,7 km de tierra, que acababa en la carretera de Rellinars. Desde allá íbamos a hacer Montserrat en versión larga de 15,1 km y volvíamos a Navarcles para volver a hacer Estenalles. Desde Matadepera bajábamos hasta Castellar del Vallès para hacer Castellar-Monistrol de Calders, de 24,1 km (también se conocía como Les Solanes) y después de una vueltita subíamos hasta Navàs para hacer Navàs-Castelladral, de 21,7 km. Este tramo era asfaltado hasta Viver i Serrateix, y desde allí se cogía un camino de tierra hasta Castelladral. Después hacia Manresa a la media parte.
La segunda etapa nos llevaba hacia Súria para hacer Les Vilaredes, de 14 km, para empalmar con Balsareny-Avinyó-Sant Feliu Sasserra, de 21,5 km. Después hacia Prats de Lluçanès y Gironella para hacer Gironella-Casserres, de 7,85 km, y Montmajor-Cardona, de 11,3 km. De allá íbamos a hacer El Miracle, de 22,2 km por la carreterilla de Su y el Santuario de Miracle hasta más o menos el Hostal Nou. Subíamos hasta Solsona para encaramarnos al Coll de Jou (21,5 km) y bajar hasta Sant Llorenç de Morunys para coger la carretera de Berga y hacer La Mina, 18 km hasta el túnel. Largo enlace por Berga, Gironella, Puig-reig y Navàs para repetir el tramo de Navàs-Castelladral y acabar con el segundo paso a Pont de Vilomara.
Este era el menú que el Biela Club nos proponía y que ya antes de empezar tuvo modificaciones, que nos fueron comunicadas en un anexo dentro del sobre de los números en las verificaciones. De aquí la importancia de revisar siempre todo lo que te den. En este anexo nos anunciaban que el tramo de Navàs-Castelladral se acortaba, suprimiendo el trozo de tierra, que quedaba así como de tramo de enlace. Bien es verdad que era muy rápido, demasiado, pero sobre todo repleto de unos enormes agujeros. Así los tramos de tierra (novedad aquel año) quedaron reducidos a los 5,7 km de Els Caus.
No haré aquí una crónica del rally, pero si que miraré de trasladaros sensaciones. Lo que te queda después de un rally son sensaciones. Sensaciones que te quedan grabadas en la memoria como si hicieras una foto, para recordarlas en detalle más adelante, nunca mientras eres dentro del coche en carrera. Dentro de un tramo los paisajes, la gente, los ves sin mirarlos expresamente. Y el cerebro, concentrado como estás en tu tarea, en mi caso cantar los papeles, es capaz de trabajar en un segundo plano y archivar una determinada instantánea. Por eso los comentarios tipo “¿has visto a Fulano en la paella?” no los hacemos nunca dentro del tramo sino en el enlace o luego en el bar tomando un café. Dentro del tramo tampoco se hacen comentarios tipos “vas demasiado deprisa” ó “vas demasiado despacio”, si no es muy imprescindible.
Público. En este primer rally me impresionó la cantidad de gente que había en determinados puntos, incluso a altas horas de la noche. En todo el tramo Pont de Vilomara, especialmente en la paella de arriba de todo. Contrastaba con la última pasada, ya de día, que parecía que estábamos solos. También había mucha gente en las paellas del comienzo de Estenalles y en las de subida después de la riera. Pero también Talamanca estaba lleno de gente y la última subida hasta el Coll. La bajada casi vacía... hasta La Font de la Olla donde no cabía ni un alfiler. ¡Impresionante! En Terrassa-Vacarisses casi nadie hasta el paso por Viladecavalls. ¡¡Todo el pueblo estaba en la paella!! En la segunda etapa mucha menos gente, salvo el paso por Avinyó y por Gironella-Casserres, naturalmente.
La noche. Una sensación hoy casi olvidada. Hacer un tramo de noche siempre me ha dejado una sensación como de ir dentro de un túnel. El paisaje casi desaparece y te concentras en lo que te deja ver el haz de luz de los faros. No sé cómo debe ser esto con las luces led actuales, pero en aquellos años y hasta hace muy poco tiempo cuanta más luz (faros) llevaras, mejor. Con el correspondiente castigo a la batería, sobre todo en los coches que no llevaban alternador. Las dinamos se suicidaban en cascada y provocaron muchos abandonos.
La niebla. Otra de las vivencias que hoy en día parecen difíciles. Antes a nadie se le acudía protestar por encontrar niebla en un tramo. Adaptabas las luces (apagabas las largas) y andando. Y si la niebla se hacía más espesa, pues corrías menos. Y en aquel 2000 Virajes de 1972 estuvimos muy bien servidos de niebla. Había partes con niebla en Estenalles, nada fuera de lo normal. También en la parte de arriba de Montserrat, que hacía mucha ilusión cuando solo llevabas papeles de la subida. Pero la segunda etapa fue mucho más divertida. A medida que te ibas dirigiendo hacia Cardona encontrabas la niebla por trozos y en el tramo de El Miracle había bastante pero todavía se podía ver a treinta metros. Todo esto con las luces del R8 TS, que no eran nada del otro mundo. De supletorios no llevábamos.
Cruzar Solsona ya resultó complicado. Tened en cuenta que en la mayoría de pueblos y pueblecitos había la centésima parte de luz que hay hoy en día, y en la mayoría tenían una bombilla de 15W en la plaza Mayor... y punto. En la salida del tramo Coll de Jou ya vimos (o más bien no vimos) que aquello sería una buena aventura. En los tramos anteriores, cuando no se veía nada, habíamos usado la técnica de dar pequeños golpes de volante en las rectas para divisar la cuneta y así ir tirando. En medio del tramo había una recta de 2 km casi exactos que acababa en una derecha tercera tope y a continuación 600 metros más de recta. Ya hacía rato que no veíamos nada de nada (4-5 metros como máximo) cuando leo en las notas los famosos 2000 metros.
Naturalmente la pregunta del piloto era “¿seguro?”, y yo que entreveo en el arcén derecho un hito kilométrico que teníamos apuntado: “¡SEGURO!”. Pues venga, cuarta a fondo (no había quinta) y apretar el culito. Otro hito, ya solo quedaban 800 metros... De golpe se hizo la luz, literalmente. Habíamos salido de la nube, ya era casi de día y todavía quedaban unos 300 metros hasta la curva. ¡¡Toda la subida con luz de día!! Ver mientras enfilabas cuesta arriba la dichosa nube, que parecía un algodón, y saliendo de la nube la carretera, con un coche saliendo por allá... una sensación de irrealidad que no os explico. La emoción más fuerte del rally. ¡¡Inolvidable!!
Muchas más sensaciones conservo de aquel mi primer rally, pero os he explicado las más destacables. Y repasando los papeles que conservo, desde la planificación de los reconocimientos y las asistencias hasta los itinerarios y reglamentos me ha saltado a la vista un detalle curioso, cuando menos. En el cuadro de oficiales figura como comisario Técnico el amigo Antoni Arderiu Freixa, ¡¡con quien empieza este pequeño artículo!!
Màrius Llongueras i Pié
Octubre 2022