Por Josep Autet.
En JAS nos encantaría tener vuestras aportaciones sobre ese día, que fue mucho más que el primero del año 1987. El París–Dakar llegó a Barcelona, ya de noche, la caravana pernoctó en la ciudad y el día 2 se embarcó con destino a Argel para arrancar la primera etapa en suelo africano el día 3. Pero hoy lo importante para todos nosotros será hablar de esa noche mágica barcelonesa, la del 1 de enero de 1987.
Un servidor se encontraba en plena carrera deportiva de copiloto y aquella temporada de 1987 tenía cerrados programas con Pep Bassas y el equipo Telefunken-BMW en el nacional de asfalto y con Antonio Zanini en el seno del equipo Citroën Competición en el de tierra. Temporada bien completa como veis, pero además me estaba abriendo camino desde hacía un par de temporadas en el campo de la comunicación, actividad que me atraía desde que era adolescente.
Ese año 1987, con el soporte de El 9 Nou conseguí convencer al RACC para elaborar un programa de mano con motivo de esa histórica llegada del Dakar a Barcelona, 16 páginas que 37 años más tarde saben más que bien. Nos hizo el ‘saluda’ Pasqual Maragall y el equipo del RACC logró publicidad suficiente para acometer el proyecto.
En todo caso, yo había empezado dos años antes como colaborador de comunicación de Nissan Motor Ibérica en las carreras, ocupación que había concretado en su día por mediación de Paco Crous. En 1987 era el primer año de los Patrol turbodiésel en el Dakar. Se trataba de la novena edición, la de las famosas decoraciones Fanta Limón, de la 9ª plaza absoluta y 1ª en diesel de Miguel Prieto y Ramón Termens… sin olvidar, por supuesto, la 7ª plaza absoluta de Salvador Cañellas y Domènec Ferran. Una locura de éxitos, vamos.
Yo me ocupaba de hacer funcionar diariamente la oficina de comunicación del equipo desde las oficinas de la fábrica, en la Zona Franca. El delegado del equipo que teníamos siguiendo el rally me iba enviando lo que podía desde África y un servidor, apoyado por la secretaría del departamento de marketing de la compañía, trabajaba diariamente por la tarde y buena parte de la noche enviando lo que a uno se le ocurría tras continuas llamadas a París y de recibir telex de las personas más insospechadas. Pero no seguiremos por este camino.
El 1 de enero me encontraba, por todo lo antes contado, en Barcelona. No recuerdo dónde me ubiqué, pero sí tengo claro que me quedé bloqueado esperando ver llegar a los Patrol 211 y 212. En 1987 no había móviles, sólo cabinas de teléfono, y tuve un ataque de nervios importante cuando desde el otro lado del cable se puso el jefe del departamento advirtiéndome que el teléfono no paraba de sonar y que Ana tampoco había podido llegar… Todo se solucionó, hicimos comunicado, tuvimos fotografías, pero tampoco vamos a seguir por este camino.
Lo que más me impresionó de toda aquella vivencia ocurrió el día después, cuando los coches ya estaban embarcados. De repente sonó el teléfono de casa: “hola Josep, soy el Gato, ¿viste ayer todo lo que sucedió en Barcelona?”. Era Javier Patricio “Gato” Pérez, con quien de tanto en cuanto hablábamos de coches y proyectos por la buena sintonía que manteníamos tras habernos conocido años antes en el Campeonato Zanini-Racing.
Eso es lo que puedo recordar de cuanto me dijo el “Gato”, tras rebuscar en el fondo de la memoria y hacer que resurgiera desde un recoveco de mi disco duro (que por muchos años funcione así…) la entrañable voz emocionada de un “Gato” Pérez que, casi sollozando, me decía… “ha sido algo grandioso, Josep, a mi me recuerda mucho a algunas carreras que viví en Buenos Aires cuando era pequeño, la gente se volvía loca viendo los coches del Turismo Carretera llegar a la ciudad, los vitoreaban y aclamaban cual héroes, aquello era una pasión desenfrenada que desbordaba… y todo eso es lo que vi anoche en Barcelona, Josep, esa noche marcará un antes y un después en la afición por los coches de este país…”.
Delicioso poder contar esto y muy afortunado por haber tenido como amigo al “Gato”. En cierto modo, meditándolo ahora décadas después, “Gato” Pérez tenía razón, los pilotos de casa fueron cada vez más abundantes y lograron resultados importantes en el Dakar, aquella marea humana del 1 de enero de 1987 (se dijo que había 750.000 personas en la calle) fue algo muy grande que seguro muchos recordamos con placer y que –como vaticinaba “Gato” Pérez– enganchó posiblemente para siempre a centenares de personas. El Dakar se convirtió en otra cosa, en algo nuestro.
Dos ediciones más tarde (aunque en realidad fue al año siguiente, ya que la 11ª edición arrancó el 25 de diciembre de 1988 y llegó a Barcelona ese mismo día por la noche), el Dakar volvía a casa, pero para disputar el día 26 una especial al lado del mar, en los terrenos hoy ocupadísimos e irreconocibles de la Zona Franca. Esa es otra historia también, claro.
Para cerrar los recuerdos del 1 de enero de 1987, hay que comentar el recorrido del Dakar a su llegada a Barcelona. Arribaron por la avenida Meridiana, siguieron por la calle Aragó hasta la Plaça Espanya. Enfocaron a continuación la Avenida María Cristina, calle Lleida, Gran Vía, Plaça de Catalunya, Via Laietana para enfocar el Moll de la Fusta, desde donde embarcaron. Esa fue una gran fiesta que la TSO accedió a celebrar con la imprescindible colaboración del ayuntamiento de Barcelona y el RACC.
@ Josep Autet
1 de enero de 2024
JAS Info Service