Guillermo López para Eventos del Motor.
En el museo de Mercedes-Benz se pueden descubrir algunas curiosidades de la historia de la automoción a través de la exposición permanente “33 Extras”. Entre ellas se encuentran las primeras notas utilizadas por Stirling Moss y Denis Jenkinson en su victoria en la Mille Miglia de 1955, a bordo del Mercedes-Benz 300 SLR. Un ingenioso dispositivo, que consistía en dos rollos de papel dentro de una caja de aluminio con una ventana de Plexiglas, permitió a Jenkinson leer las notas escritas en un papel de cinco metros y medio de longitud. Con este sistema, Moss y Jenkinson ganaron esta agotadora carrera en un tiempo récord que no ha sido mejorado nunca.
La idea de desarrollar una estrategia de carrera basada en un conocimiento preciso de la pista no era nueva. La piloto de carreras checa Elisabeth Junek (1900 a 1994) es considerada la pionera de este enfoque analítico en la década de 1920. Los pilotos de rally anotan todos los detalles en una libreta de notas para que el copiloto le pueda decir al piloto lo rápido que pueden ir, cómo es la siguiente curva, cómo es la superficie de la carretera… Moss y Jenkinson recopilaron meticulosamente este conocimiento durante varias sesiones de entrenamiento en Italia en 1955, como preparación para la Mille Miglia de 1.600 kilómetros.
Utilizaron las notas por primera vez después de la Pascua de 1955 durante las sesiones de entrenamiento. Pero Jenkinson difícilmente hubiera podido pasar las páginas de un libro normal con la suficiente precisión en un automóvil descubierto. Jenkinson explicó: “Nuestros detalles de la ruta se habían perfeccionado y los escribí todos en una hoja especial de papel de dieciocho pies de largo. Moss hizo que se construyera una caja de aleación, sobre el sistema de rodillo del mapa, y para nuestra práctica final utilicé este dispositivo, enrollando el papel desde el rodillo inferior hasta el superior. Las notas se leían a través de una ventana de Perspex, sellada con Sellotape en el caso de que la carrera se corriera bajo la lluvia”.
Además, debido a que el ruido en el automóvil era tan fuerte, no era posible la comunicación mediante la voz. Así que Jenkinson pasó los meticulosos detalles de la ruta a Moss mediante señales con la mano. El código constaba de 15 señales manuales y demostró su eficacia. Como dijera Stirling Moss después de la Mille Miglia de 1955: “Estuvimos de acuerdo en que era un método mejor que cualquier otro para la comunicación, después de haber probado micrófonos abiertos, ‘micros’ de garganta y otros métodos”. La recompensa por su arduo trabajo fue un tiempo récord de 10 horas, 7 minutos y 48 segundos, lo que supone que Moss y Jenkinson ganaron la Mille Miglia a una velocidad promedio de 157,6 km/h. Nadie ha logrado superar esta marca hasta el día de hoy.