Yo no sé si Vds. habrán leído aquel libro de Tintín en donde Hernández y Fernández (Dupont y Dupond, en versión francesa) conducían una grúa y después de un incidente se ven obligados a llamar a su central diciendo “es su grúa, ¡¡que necesita una grúa!!”. Pues algo así nos sucedió en el Rally Andorra cuando el coche 0… tuvo que pedir otro 0. Desde aquí enviamos un afectuoso saludo al piloto, pero la anécdota bien buena es.
Bromas y anécdotas aparte, el Rally Andorra no defraudó en absoluto. Es un rally muy bien organizado, muy bien pensado y sumamente divertido para los participantes. Se compone de cuatro tramos que se hacen dos veces. De esos, dos son para disfrutar plenamente del coche: Ordino y Canillo. Buen asfalto, ancha calzada y espectacular paisaje. Siempre digo que es una de las carreteras más bonitas de Europa si no la que más y en plan rally, ¡¡sensacional!! Los otros dos, Coll de la Gallina y el Coll de Beixalís (Fontaneda y Anyós, según el reglamento) son lo que los expertos denominan un tramo “técnico” para decirlo finamente, es decir, una auténtica cabronada en lenguaje vulgar. El paisaje también es espectacular pero no tienes tiempo ni de verlo. Carretera estrecha, acentuados ángulos, fuertes desniveles, profundos barrancos a ambos lados, en fin, todos los componentes necesarios para divertirse de lo lindo. Sinceramente, para mí, de los mejores tramos de rally que he visto y superan en dificultad y diversión a otros más famosos como Estenalles, Soncillo, Col de la Fayole o Moulinon-Antraigues. Las medias también ayudaban a la diversión, pues eran bastante difíciles de conseguir y debías sudar un poco para ver la luz verde en según qué trozos.
Nos apuntamos este año con el Porsche 914 rojigualdo, “el señor de Ávila”. Era el rally “de casa”, había que lucirlo y, de paso, poner una nota de exotismo. Creo que era el conductor más viejo, con el coche más antiguo (el Spitfire que había era más moderno). Encuadrados en regularidad, obviamente. Sin dirección asistida, ni asistencia en la frenada, con neumáticos estrechos y debiendo hacer doble embrague en cada cambio. ¡¡Fantástico!! Y acompañado por Joan Alpiste, que ya lo había corrido en 2004.
Salíamos los penúltimos, con el número “viciosillo”, el 69, y como he dicho, en regularidad “a secas” para distinguirla de la “súper sport”. Primer tramo, Ordino. Este tramo empieza con una serie de paellas, las dos primeras encadenadas, luego vienen unos intermedios muy rápidos y después de la última paella una subida de gas a fondo, para acabar con un descenso también muy rápido. Salimos bien y empezamos el tramo por la derecha, cuidando la línea y cuidando las dichosas lucecitas pero, al llegar a la primera paella, salió nuestra naturaleza pecadora, enviamos la regularidad a hacer gárgaras y fuimos a todo lo que daba el coche, que, afortunadamente, tampoco es mucho. Resultado: 45 puntos (todos por adelanto) en un tramo en que, en velocidad, primeros fueron Joan Vinyes con Jordi Mercader y, segundos, Jordi Ventura con Josep Autet y, en regularidad, los Carranca con 1,6 puntos.
A continuación venia la primera pasada por el tramo gallináceo. Este tramo empieza también con una serie de paellas encadenadas muy anchas para luego estrecharse e iniciar un complicado ascenso al Coll, con curvas de estrecho radio y cuatro paellas en la cima. Además, muy sucio en algunos lugares, de grava que habían dejado los que nos precedían. Después del Coll se inicia un descenso a tumba abierta, con una serie de ángulos puntiagudos muy encadenados hasta el santuario de la Verge de Canolich, donde se acaba el tramo pero no la dificultad, pues el enlace hasta Bixessarri se las trae. Fuimos bien hasta un lugar en que había una curva que parecía cortar pero era una trampa y caímos en ella. Luego, en uno de los ángulos de arriba, nos marcamos un recto que nos hizo perder tiempo. Total, 119 puntos en un tramo que, en regularidad, fue ganado por David Garrigolas–Sergi Giralt, con 5,5 puntos, y en velocidad por Joan Vinyes-Jordi Mercader y Jordi Ventura–Josep Autet, que sería ya la tónica de todo el rally.
Después de la Gallina, el pollo. Otra vez Ordino. Esta vez, víctimas de un repentino arrepentimiento, intentamos hacerlo mejor en plan regularidad. Pero, ni por esas. Penalizamos 54,3 puntejos, también por adelanto, salvo algunos al principio, en la zona de paellas. Vencedores en regularidad del tramo, con 2,3 puntos, fueron los Carranca.
Vuelta a la Gallina, atravesando la ciudad pero sin que ello nos presionase para el control horario. Sobrados de tiempo. Y nuevo tramo gallináceo. Esta vez intentando evitar los errores de la primera pasada y hacer bien la regularidad. Bueno, ni así. 165 puntos y posición 23 en un tramo ganado por Garrigolas–Giralt, que ya no abandonarían esta posición (con permiso de José López y Daniel Robledillo y de los Ibarra, que no les querían dejar tranquilos en su primera posición), con unos míseros 7,5 puntos.
Una comida muy decente para lo que es un rally nos cortó el ritmo antes de la tarde pero nos permitió un buen rato de descanso para encarar la etapa vespertina. Salimos con el estómago lleno y con energía. Tanta que, el primer tramo, Canillo, lo volvimos a hacer en plan pecador y nos cayeron 119 puntos por adelanto: los 24 en regularidad, siendo el tramo ganado por Garrigolas–Giralt, con 4,6 puntos de nada. Canillo no es sino el tramo de Ordino pero al revés y con el sol de cara, lo que era bastante molesto. El descenso, a pesar del sol, es sumamente tentador y sale la naturaleza pecadora a la que te despistas un poco.
Un corto enlace nos llevaba al otro tramo “técnico”, Anyós, que no es sino la subida y descenso del Coll de Beixalís. Este tramo, que empieza muy bien y muy ancho, al llegar al Coll se estrecha considerablemente y empieza un descenso pronunciado con paellas, hasta que llegas a unas casas. Empieza entonces un tramo de infarto con un nuevo estrechamiento y una serie de curvas difíciles encadenadas sobre el abismo, que yo personalmente denomino el “screwdriver”, en recuerdo del de Laguna Seca, acabadas las cuales empieza otra serie de paellas y curvas encadenadas, con el encanto de que, además, la pinaza que cae las hace sumamente resbaladizas. Esto, que no dura ni tres minutos, te hace sudar de verdad para mantener el coche en la calzada. Y, como lo sabía, hice el tramo a mi ritmo desoyendo a Joan, que fue víctima de un repentino ataque de arrepentimiento ya que me hacía frenar cuando me pasaba de la media. Pues así acabamos el 16 con 65 puntos en un tramo que volvió a ser para Garrigolas-Giralt. Aquí, a mi me hubiera gustado ver a Jordi Ventura y Josep Autet negociando con maestría este ultimo trozo con su voluminoso Ford Sierra.
De nuevo hacia Canillo pasando por Andorra la Vella, paseíllo que no acierto a entender, salvo que hubiera alguien que quisiera hacer pipí en su asistencia. Esta vez, el copi se cuadró y dijo que teníamos que hacer regularidad. Lo intenté, se lo prometo, pero aún así nos cayeron 28 puntos por adelanto, lo que suponía el puesto 16 en un tramo ganado ¡cómo no! por Garrigolas-Giralt, con unos envidiados 4,3 puntos.
Y ya el último enlace del día nos dejaba en Anyós. Otra vez intentamos hacerlo bien siguiendo los parámetros de la regularidad. Y otra vez metimos la pata: 76 puntos, lugar 19 en otro tramo ganado por Garrigolas-Giralt, con 16 pts y, obviamente, por Vinyes-Mercader y Ventura–Autet en velocidad. En este punto me da rabia no poder ver a Vinyes-Mercader ni a Jordi Ventura-Josep Autet corriendo, pues el ultimo trozo de Anyós se las trae y realmente debían ir muy, pero que muy rápidos por los tiempos que hicieron.
Un rápido reparto de premios fue el colofón de la prueba que, sinceramente, es digna de una mayor participación tanto por el recorrido, como por la organización. Y me extraña que pilotos de los países vecinos no acudan en masa pues realmente es sencillo de preparar y vale la pena.
Y aquí aprovecho para poner de manifiesto un aspecto, que no es atribuible a la organización, sino a la Federación Internacional del Automóvil, que es la de obligarnos a todos: Velocidad, Regularidad y Regularidad Sport, a las mismas normas en un “totum revolutum”. La Regularidad y Regularidad Sport no requieren parque de trabajo prefijado, ya que no sería regularidad sino velocidad encubierta. Las largas esperas antes del parque y los largos intervalos del mismo, rompen el ritmo y desnaturalizan el componente rally que tiene la regularidad. Yo ya sé que los de velocidad atraen al público y sponsors y precisan de condiciones especiales. Pero no así los regularistas, cuyo público son ellos mismos y, en cuyo andar, entra el planear sus propias asistencias y su ritmo de rally.
En su día, la FIA “robó la cartera” a la FIVA creando la Regularidad y la Regularidad Sport con un atractivo mayor, que eran las medias más altas y la carretera cerrada. Pero ahora corre el riesgo de que la FIVA le devuelva la pelota, pero no por una mayor emoción de los rallys de clásicos, sino por una mayor simplicidad para el concursante. Cada vez están proliferando más las pruebas de renombre acogidas a la FIVA en detrimento de la FIA. Y como de eso podría hablar in extenso, les ahorro la turra y lo dejo aquí.
Y así terminó nuestro Rally Andorra de este año que, además de ser el de casa, es uno de los que hay que hacer mangas y capirotes para no perdérselo. Yo mismo estaba trabajando en el Sahara Challenge, me vine, corrí el rally y volví al Challenge, así que verán el grado de aprecio que le tengo.
© Antonio Arderiu Freixa
México DF, 9 octubre 2024
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