Por Josep Autet (2013).
Menos de tres años después del triunfo del marsellés Jean-Pierre Nicolàs, con un 911 Carrera 3.0 en Monte-Carlo, el normando Jean-Luc Thérier se sentó en un Porsche 911 SC para emular a su antiguo compañero… “No, no había conducido jamás un 911, pero cuando has corrido muchas pruebas con un Renault 8 Gordini y luego con un Alpine-Renault A110, conducir el Porsche no era tan difícil. Con 330 CV para un peso inferior a la tonelada, es evidente que contabas con un buen motor. Tenías que ir con cuidado para controlar las derivas del tren trasero, pero la combinación de potencia, peso y posición del motor, hacía que la aceleración ganara a la tendencia de irse de lado”.
El Tour de Corse de 1980 se corría en otoño (24 y 25 de octubre) y hacía mal tiempo, con unas ráfagas de viento muy fuertes. Al final de la primera etapa, Jean-Luc y Michel Vial ocupaban la segunda plaza por detrás del Renault 5 Turbo de Jean Ragnotti–Jean Marc Andrié. Por detrás tenían a Bernard Darniche–Alain Mahé (Fiat 131 Abarth) y a Guy Fréquelin–Jean Todt (Talbot Sunbeam Lotus), mientras que los Fiat 131 Abarth de Walter Röhrl–Christian Geistdörfer y Michèle Mouton–Annie Arrii estaban más lejos.
El segundo día, en plena especial, un árbol abatido por la tempestad había caído a la carretera. En aquella época, este tipo de incidentes formaban parte de las carreras y los participantes tenían que enfrentarse a ellos. Ragnotti, por ser el líder, fue el primero en pararse delante del obstáculo. Poco después, Thérier, que por lo tanto le había recuperado un minuto, llegó donde estaba el R5 Turbo. A continuación llegaron Darniche y Fréquelin. Los esfuerzos coordinados de estos 8 hombres consiguieron limpiar la carretera y todos pudieron retomar su camino.
Los cuatro coches arrancaron a toda velocidad en un gran premio infernal disputado bajo una auténtica tromba de agua. Ragnotti y Thérier van por delante y logran escaparse. Detrás, el Fiat se ve impotente para aguantar la presión del Talbot. En una ruta estrecha, Fréquelin intenta la maniobra de adelantamiento, los dos coches se tocan y se salen de la carretera. Por delante, inconsciente de lo que estaba pasando por detrás suyo, Thérier continúa batallando con Ragnotti… “Un pequeño golpe de parachoques por aquí, otro pequeño toque por allá, yo hacía lo posible para desestabilizarlo. Pero notaba como Jeannot lograba controlar el coche en el último momento y seguía delante, hasta que al final quedó detenido en una cuneta”.
Sin el concurso de sus tres grandes rivales, Thérier no tuvo que hacer otra cosa que llevar el coche hasta la llegada… “La lluvia no cesó en ningún momento, pero la motricidad del Porsche me permitió, sin tomar riesgos, controlar la carrera hasta la llegada. No había pilotado en mi vida un Porsche, ni para dar una vuelta a la manzana. ¿El recorrido? Lo pude entrenar una vez y cuando el coche de carreras llegó, rodé con él 1 km para tenerlo por la mano. Fue suficiente. Un Porsche no era difícil de pilotar en Córcega. A pesar de sus 300 CV se comportaba similar a la berlineta. ¿La mayor dificultad? Tuvimos un par de emociones con Vial cuando el coche salió en aquaplanning a gran velocidad debido a los inmensos charcos”.
“Es verdad que hacía un tiempo de mil demonios: tempestad, lluvia, niebla, árboles arrancados… Pero lo superamos todo. Me acuerdo que tuvimos un gran susto cuando, en la carretera de las Crêtes, una placa metálica en la zona de los pedales se desoldó y cayó debajo del pedal de freno. Íbamos a 160 por hora y abordamos un viraje a la derecha que teníamos que hacer a 60... y los frenos no funcionaban. Milagrosamente era el único lugar de todo el rally en el que había una escapatoria, un camino que nos hizo de ralentizador. Tuvimos suerte…”.
El Tour de Corse de 1980, que se corrió a finales de octubre, estuvo encabezado pues por el Porsche 911 SC de Jean-Luc Thérier-Michel Vial, siendo segundos ¡a más de 10 minutos! Walter Röhrl-Christian Geistdörfer (Fiat 131 Abarth) y terceros, a más de 25 minutos de los ganadores, otro Porsche 911 SC de Alméras, conducido por Alain Coppier-Josépha Laloz.
Con todo, ésta fue la segunda vez que los hermanos Alméras ganaban un rally del Campeonato del Mundo por delante de los equipos de fábrica. Eran años en que los Alméras tenían un enorme prestigio, recordemos que aquel mismo 1980 Hannu Mikkola había conducido un 911 SC del equipo en Monte-Carlo, coche que luego pilotaría Antonio Zanini a la victoria en el europeo.
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