Obituario: Carlos Domínguez Martínez 



El pasado lunes 18 de marzo falleció el periodista del motor Carlos Domínguez Martínez, perteneciente al mítico equipo inicial de Fórmula aunque la mayor parte de su trabajo lo desempeñó durante años en Motociclismo. La ceremonia de despedida ha tenido lugar hoy en el Tanatori de Sant Gervasi. Descansa en paz Carlos, fuiste un periodista-moto, ahí queda tu gran trabajo. Y cerramos este recordatorio con una frase que aparecía en la esquela: “De ximple i de poeta, tothom en té una miqueta”.

Como homenaje reproducimos un interesante artículo en primera persona que Carlos Domínguez escribió en Fórmula sobre competición vivida como piloto, en el Rally Costa Brava de 1972. Estos días que tanto se ha hablado de esta carrera, es bien oportuno demostrar que gentes como Domínguez también hicieron mucho por hacer grande este multitudinario rallye y las carreras en general.

El artículo que reproducimos tal cual salió en su día lo publicamos hace aproximadamente dos años, con motivo de las mesas redondas “Periodismo y Motor” que JAS organizó para recordar a las revistas Fórmula y 4 Tiempos. Este acto doble tuvo lugar el 30 de marzo de 2017 en el Museu Olímpic i de l’Esport de Barcelona, encuentro en el que participaron los miembros vivos de aquellas míticas redacciones, Carlos Domínguez entre ellos. Carlos poseía la medalla al mérito deportivo de la RFME y fue premio Enrique Lacalle del Salón Internacional del Automóvil.

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Rally Costa Brava 1972

Sabemos que muchos de nuestros seguidores sois amantes de las historias de aquellos tiempos, en los que el mundo del motor era un auténtico deporte de aficionados, casi héroes, que destinaban dinero, tiempo y mucho esfuerzo a hacer grande esta actividad, a menudo asumiendo riesgos importantes. Esta es una premisa que a lo largo de los años ha seguido siendo un hecho imprescindible para triunfar, pero en los 70 –y no digamos en los 60– correr era normalmente una actividad que se quería hacer y punto, por eso nos encanta rescatar historias vividas en primera persona y contadas en este caso por un periodista, Carlos Domínguez, redactor de la mítica Fórmula, que es la revista donde se publicó este artículo allá por febrero de 1972.

Os aconsejamos a todos que vengáis a la mesa redonda “Periodisme i Motor”, que celebraremos este jueves 30 de marzo de 2017 en el Museu Olímpic i de l’Esport de Barcelona con la participación directa de una docena de las personas que elaboraban estas revistas, entre ellos los de Fórmula como Carlos Domínguez pero también Mario Chavalera, Maria Àngels Pujol, Raimond Blancafort, Federico Van der Hoeven, Jaime Palau-Ribes, Manolo y Geni Baturone, Juan Porcar y muchos otros. Ahí va el magnífico texto de Carlos Dominguez. Recordad, era febrero de 1972…

El Rally Costa Brava de 1972, en moto…
(Por Carlos Domínguez, Buchanito; Fórmula)

Con gran éxito de participación motociclista se organizó la vigésima edición del rallye más duro de cuantos se organizan en nuestro país: el Costa Brava. Esta reunión totalizó 15 participantes que debían cubrir un total de 725’500 kms repartidos en dos etapas de 456 y 269’5 kms, respectivamente, con 199’9 kms de velocidad cronometrada.

Las condiciones climatológicas se presentaban muy duras (hielo y nieve), pero la víspera de la salida la temperatura aumentó, lo que normalizó considerablemente el estado de las carreteras a pesar de estar muchas de ellas completamente húmedas. Por otra parte, todas las rutas del macizo del Montseny se hallaban cubiertas por arena, lo que reducía considerablemente la adherencia de los neumáticos al asfalto. Como se puede ver, el panorama no era en absoluto agradable.

Participación
De los 15 inscritos, la mayoría disponían de monturas de elevada cilindrada. Iniciaré la presentación con las seis Norton 750 que daban el mayor atractivo a la prueba: Enrique de Juan con la Comando de Juan Antonio Rodés era un serio candidato a la victoria. José María Palomo y José Manuel Pérez de Vega se presentaban como dos outsiders considerables que deberían observar el comportamiento de Evaristo Arnús, Víctor Sagi y Alejandro Torrado; la mayoría de ellos componentes del interesante Moto Club Barcelona, creado por iniciativa de Sagi.

Las vetustas y tan despreciadas Sanglas se han actualizado enormemente y tras poner al día su clásico modelo de 400cc ve de nuevo y con orgullo su inscripción en rallyes, lo que nos recuerda las nostálgicas y gloriosas jornadas de la marca en aquella época en que eran las dominadoras del motociclismo nacional con el famoso Maseras. Ahora, sus pilotos llevan el apellido de la marca con los nombres de Javier y José.

El tantas veces nombrado y laureado “Jean Claude” inscribió su Honda 750 haciendo su debut en rallyes motociclistas. José Ernesto Maragall, novel piloto de valía remarcable, trajo su Honda 450 Twin con la que hizo maravillas, como más tarde veremos.

Pasando a la categoría de hasta 250cc, contamos con Víctor Palomo y su Ossa Enduro muy bien equipada –alternador y dos faros de yodo– que era el directo rival de De Juan. Tras él se contaba a Salvador Viñamata (Montesa 175), José M.ª Mallol (Ossa 230) y las dos Ducati 250 de “Squalo Juanjo II” y “Buchanito”.

Inciso sobre la preparación
Durante muchos días antes del rallye se hablaba y discutía mucho sobre cómo preparar las motos y cómo equiparse para no pasar frío, protegerse de eventuales caídas y al mismo tiempo tener libertad de movimientos. Después de oír múltiples versiones y toda clase de comentarios, decidí hacer la prueba inscribiéndome en el rallye con varios fines: dar un relato fidedigno de lo que es una prueba de este tipo y cómo su puede ir vestido para conseguir las condiciones antes enumeradas.

Para correr el rallye necesitaba una moto, por lo que decidí contactar varios puntos llegando al único positivo, cuyo nombre es harto conocido: Ricardo Fargas. Ricardo me puso en contacto con el mecánico especialista de Ducati, Manuel Hoyos, conocido íntimamente como “Manolotti”; éste no dudó ni un momento en cederme su espléndida 250 Sport (naturalmente Ducati) a la que se le montó un motor del modelo 24 Horas de cinco velocidades. Por la dificultad que entrañaba la alimentación de su faro supletorio de yodo, decidí quedarme sólo con el de origen, lo que representaba un verdadero handicap de visibilidad. En el manillar instalé unas manoplas forradas de piel de cordero para combatir el horrible frío digital que impide una buena conducción, naturalmente llevaba unos guantes de esquí forrados de seda que me mantuvieron una agradable temperatura en las manos. Sobre el depósito instalé la clásica bolsa con el plástico transparente que permitía la lectura del itinerario, protegiéndola de una posible lluvia.

En lo que respecta a la moto, no le realicé ningún cambio más ya que consideré que cuanto menos la modificara menos problemas tendría, ya que mi objetivo era uno sólo: acabar, clasificado. El equipo adoptado como indumentaria resultó ser muy adecuado tras la experiencia; para detallarlo empezaré por los pies y terminaré por la cabeza.

Pies-Cintura. Calcetines de seda, leotardos de nylon gruesos, calcetines de lana y calcetines de esquí. Todo ello cubierto por unas botas de todo terreno Clice que se revelaron muy adecuadas para el rallye por su estanqueidad (suela inyectada) y flexibilidad. Como pantalones escogí unos de franela gruesos resultando un acierto. Sobre ellos, los inevitables pantalones de barbour. En la cintura y como protección de los riñones, además del mantenimiento del calor, usé una faja turbo-sport que aconsejo imprescindible en este tipo de carreras.

Cuerpo-cabeza. Empezando por una fina camiseta de algodón, me forré de suéters: uno de nylon fino de cuello alto, uno de lana Shetland de cuello muy alto que hacía llegar hasta la barbilla además de un pañuelo de seda. Una chaqueta de nylon fino muy ajustada con las costuras laterales y hombros de latex de las usadas en esquí de nieve. Encima me puse la chaqueta del barbour.

En la cabeza un pasamontañas de Nomex y un casco integral Climax que usé por primera vez no pudiendo menos que elogiarlo por múltiples cualidades: amplia visibilidad, peso reducido, protección del frío y un perfecto acolchamiento interior. En las manos además de lo ya citado me puse unos guantes turbo de esquí náutico que suprimí al cabo de unas horas por tener demasiado calor a causa de las manoplas y los otros guantes; debo especificar que con menos temperatura su uso hubiera sido perfecto.

El rallye
Dándonos la salida en Montjuich, nos dirigimos al primer tramo cronometrado, donde nos dimos cuenta que ninguno de nosotros poseía el carnet de ruta ya que en la salida se habían olvidado de entregárnoslo; poco después llegó un coche de la organización con los carnets, excusándose del lamentable olvido… En el primer tramo, Víctor Palomo impuso su ley aventajando a Enrique de Juan de 28” y a Pérez de Vega de 38”. Ernesto Maragall se colocó cuarto a sólo 2” de este último, aventajando a las restantes 750cc. De Molins de Rey seguíamos hacia Tarrasa por Castellbisbal con un control de paso que omitimos diez de los quince participantes por causas desconocidas; pero debo precisar que la situación del control era poco visible y que los motoristas no habíamos recibido la hoja complementaria que especificaba la situación de estos controles de paso.

Una vez realizado el tramo de Estenalles, con toda normalidad para las motos, se suspendió al quedar la cronometrada de Vallvidrera cortada por una columna militar en maniobras, durante la ascensión de los automóviles. Poco después disputaríamos los 23’7 km de Collformich donde Ernesto Maragall sorprendió a todos con un absoluto 30” de ventaja sobre Víctor Palomo y De Juan. Por desgracia, Maragall debía abandonar por avería en su instalación eléctrica.

En El Condreu y Collsaplana, De Juan conseguía dos aplastantes triunfos sobre “Jean Claude” y Víctor Palomo. En Santa Pelaya este último haría su esfuerzo sobre De Juan para ceder en San Pedro casi un minuto al fuerte tren de la Norton.

En el séptimo tramo (Osor) Víctor Palomo se salió de la carretera chocando contra un muro con la fatalidad de fracturarse tres vértebras, siendo trasladado rápidamente a la meta por Evaristo Arnús a bordo de su Norton y desde allí a Barcelona por su hermano José María que había roto la junta de culata en Playa de Aro.

En Osor, De Juan se “explicaba” con Pérez de Vega, aunque al primero ya tenía la victoria al alcance de la mano. Javier Sanglas marcaba el tercer tiempo, siguiendo una línea de cronos muy regular que le situaban en los primeros lugares.

El tramo siguiente fue la debacle de Norton con las caídas al barranco de Arnús, que yo mismo trasladé ileso a San Hilario, y la de Pérez de Vega. Enrique de Juan se quedó sin gasolina no pudiendo continuar, a pesar de que le di una pequeña cantidad para llegar al final. En este momento quedaban en carrera: “Jean Claude”, Javier Sanglas, “Squalo Juanjo II”, “Buchanito” y Viñamata. En la Atalaia, última cronometrada, Sanglas fue el más veloz seguido de “Jean Claude”, “S. Juanjo II”, “Buchanito” y Viñamata, llegando al final del rallye en primera posición Sanglas seguido de “Jean Claude”, “Buchanito”, Viñamata y “S. Juanjo II”, que al perderse en el Montseny penalizó 26 minutos en un control.

Cuando se hicieron públicas las clasificaciones, conocimos la victoria de “Jean Claude” seguido de Viñamata y la descalificación de los restantes. Tras la previa información, se nos alegó la omisión del famoso control de Castellbisbal. Iniciamos las conversaciones, discusiones y razonamientos pertinentes a las que los comisarios se mostraron inflexibles, alegando argumentos banales y fuera de lugar.

Triste pero real. Cubrimos pues 725’500 kilómetros para nada. En el reparto de premios se nos debía dar unos trofeos a la deportividad y los premios en metálico, pero con estupor vimos clausurar el acto sin mención de los descalificados; nuevas reclamaciones y protestas que finalizaron con un “entente cordiale” mutuo y obligado.

Clasificación final
1.º “Jean Claude” (Honda 750) 11.030’5 puntos
2.º Salvador Viñamata (Montesa 175) 12.637’4 puntos

Fotos

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